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sábado, 3 de enero de 2015

ELOGIO DE LO SENCILLO Y LO PEQUEÑO

                       
                                       


    No puedo dejar de recordar una recomendación que nos hizo Sai Baba en el ashram en Prashanti Nilayam: No construyan grandes casas, ni enormes edificios, hagan su tarea con lo que tienen a mano. O algo así. También me viene a la memoria una escena de película de los años cuarenta en la que una mujer arenga con entusiasmo a un grupo de personas instándolas a esparcir el dominio británico por el mundo. La idea de imperio sometedor estaba adherida a la imagen de esa mujer. Pensaba en esto como siempre al ver el movimiento espectacular de personas y bienes durante las fiestas de fin de año. La idea de festejo parece que debe ser rutilante, todo truena y detrás de todo eso está el consumo, detrás del consumo está el dinero, detrás el sistema capitalista. Es este modelo basado en la tiranía del dinero que gobierna al mundo el que vuelve a las personas devoradoras de otras personas y al planeta en una usina devastada. El paradigma afortunadamente está cambiando, el proceso es imparable, pero claro, ya sabemos, los tiempos de la vida humana son más cortos que los procesos del mundo. Miro un documental en la televisión alemana, interesante el modo en que grupos humanos conscientes del desaceleramiento de la economía se vuelven autónomos, crean sus monedas locales y se alimentan con productos de la zona. Y demuestran que es posible, que no se trata de una utopía, se pueden comenzar a modificar los modos de relación y producción humana si la conciencia colectiva comprendió que es posible y no cree que mensaje del poder de turno. En algún momento del documental se dice algo así como que esto se lleva a cabo no a partir de teorías sino de experiencias aplicables. Me pareció estupendo. Vivo rodeada de personas que basan  su saber en sus razonamientos a los creen imbatibles. Están parapetados en el nivel de la mente como si la conciencia humana no hubiera evolucionado desde fines del siglo XVIII hasta ahora, universalizan su razonamiento y ya sabemos que la verdad está en la experiencia.
   Resulta conmovedor ver reunidos en una sencilla universidad de la India a personas de  todas partes del mundo que aprenden a realizar paneles solares, aprenden en manuales donde hay dibujos y no idiomas porque vienen de lugares muy pobres, son analfabetos o semianalfabetos, sin embargo en pocos meses retornarán a sus lugares de origen donde por primera vez su comunidad tendrá luz eléctrica gracias a su aprendizaje. De este modo se apartan del poder dominante, de la idea de que es posible vivir sin petróleo. El proceso es mucho más interesante si reflexionamos que en un plano de la cosmovisión del paradigma esto está ocurriendo con  respecto al dominio de las grandes religiones, con la idea de que sólo se sobrevive dependiendo de un poder mayor, la idea de dependencia va siendo abolida para que se produzca en la mente humana el concepto fundamental de empoderamiento.  Y sobre todo el profundo convencimiento de que el poder está dentro de nosotros y no afuera, es potenciando lo que ya tenemos que podremos operar y crecer. La autovaloración como motor básico del crecimiento que fue negado como elemento de dominación. Y el movimiento -esto también lo sabemos muy bien- es desde adentro hacia afuera, si la conciencia humana no hubiera dado sus pequeños saltos cuánticos el accionar en el mundo no sería posible, pero a su vez lo pacticado impacta en la conciencia produciendo un círculo virtuoso.

En el plano psicológico de habla de resiliencia, la propia capacidad para responder sin elementos externos a una crisis, en términos  materiales se habla de economía de resiliencia que es la que están llevando a cabo estas pequeñas comunidades, en Europa, Asia y otros continentes. Los latinoamericanos sabemos de esto, lo sabemos visceralmente, no nos es extraño este discurso, esta experiencia, esta cosmovisión por razones de historia sufrida y de experiencias vividas. Experimentar con lo pequeño, con lo que podemos hacer con nuestras manos en nuestro lugar de residencia, sin grandes construcciones, lejos del amparo devastador de los grandes poderes, con sencillez, es por lo visto la puerta para las grandes cosas a mediano y largo plazo.

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