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martes, 5 de septiembre de 2017

EGO Y LIDERAZGO

                                            

 A lo largo de tantos años con talleres de distinta índole enfocados al crecimiento personal, actividades diversas, maestras de yoga, constelaciones familiares y cosas por el estilo hago un recuento e inevitablemente, saltan a la luz los momentos de energía densa: es comprensible, el cerebro tiende a recordar lo que supone un peligro. Es triste observar en este recorrido que han sido muchos los liderazgos no convenientes. Probablemente mi energía concitó eso y es seguro que necesité de la experiencia vivida. Pero el sabor amargo de haber estado un tiempo trabajando con líderes narcisistas que hacían todo lo posible por ubicarse en un pedestal superior, con personas que proyectaban su sombra en aquellas otras personas que debían ayudar, con conductas reactivas y no proactivas y hasta las competencias casi infantiles con que buscaban medir su propia valía no pueden darme más que pena.  Suele decirse en el camino de la evolución de la conciencia o la llamada senda espiritual que los líderes son los que más necesitan aprender, que están allí justamente porque el lugar de liderazgo los expone frente a los otros y frente a sí mismos. Sin embargo ese pequeño lugar de poder ejerce a veces un influjo, las personas se identifican con el rol y terminan agrandando su ego. Yo también sin duda he cometido errores en este camino y fui docente unos cuantos años pero quizá porque provengo de una familia autoritaria tuve que hacer consciente el valor de las relaciones horizontales. Especialmente cuando coordiné un taller literario holístico lo pude poner en práctica. O al menos lo intenté. Recuerdo que a todos los talleristas los llamaba “talleristas escritores”. Ya eran escritores para mí, jamás alumnos, propicié la evaluación hacia mi desempeño como coordinadora, cedí el lugar en algunos ejercicios. Y recuerdo que algunas personas se resistían, una llegó a decirme que yo era la escritora y no ellos. Este no es un camino fácil, ya lo sabemos. Pero me siguen sorprendiendo ciertas conductas, el modo en que un coordinador desplaza sus conflictos no conscientes hacia los demás, la sombra como definía Jung a ese caudal de energía negada que pugna por manifestarse de un modo inevitable. A veces el ser psicóloga o maestra de yoga es un impedimento porque la identificación con el rol obtura la propia mirada. En dos oportunidades me pasó algo que ahora lo considero interesante, supongo que porque me ocurrió por segunda vez hace poco y esta segunda vez me hizo comprender el sentido. En el año 2007 llegué cuando se cerraba la inscripción a un taller sobre patrones familiares. Yo necesitaba ayuda porque cuidaba a mi abuela que tenía 99 años, una relación compleja para mí. En el taller me encuentro con un coordinador muy instruido, que había escrito libros, con mucha información que comienza a canalizar y noto que le devuelve a la gente lo que canaliza sin considerar al otro como semejante, decía cosas duras sin compasión. Estaba embriagado por su capacidad de canalización, se notaba que era algo nuevo para él. Yo venía haciendo Reiki desde hacía más de dos décadas y canalizar me resultaba muy familiar, además desde niña captaba información. Las personas aceptaban su dureza, se sometían, a mí me parecía terrible. Cuando me llegó el turno  este hombre no pudo canalizar nada para mí . Entonces de pronto yo vi todo de un modo horizontal y comprendí lo que tenía que comprender, fue un insight. Le dije que estaba bien, que ya había entendido.
   A partir de aquel taller tomé decisiones muy importantes ese día vinculadas a mi familia y terminé cuidando a mi abuela durante la noche tres dìas a la semana. No fue fácil. Mi abuela entonces partió de este mundo y yo me quedé bien porque había podido despedirme de ella. Transcurre un tiempo  hasta que revisando papeles encuentro los apuntes de este taller. Curiosa o significativamente mi abuela dejó este plano exactamente un año después de la fecha del taller, el mismo día. Un doce de diciembre. Ahí comprendí que estaba frente a una señal.

  Hace muy poco en una constelación me pasó algo parecido. La consteladora era decididamente agresiva, decía cosas descalificantes, me las dijo a mí especialemente aunque se notaba su hostilidad disimulada con gestos de afecto estudiado. Como tengo tanto trabajo hecho frente a la opresión, di un salto y me desligué de ella interiormente. Cuando me tocó constelar ella estaba trabada y yo volví a experimentar algo parecido a lo de aquel 12 de diciembre. Vi todo con una claridad impresionante que me dio mucha alegría. Me fui de ese lugar sabiendo que iba a superar lo que necesitaba superar  porque ya había “visto”. La energía escoge el canal más apto en una determinada situación. Fui protegida por esa energía para que en este caso esta persona no siguiera agrediéndome resguardada en el acto falso de decir una verdad.  Lo llamativo es que no consultaba a los representantes que no se sabía para qué habían estado allí y decía cosas vinculadas a su propia historia.  Tampoco hizo reparación final a través de la palabra.  Resulta imprescindible en estos tiempos de caída del patriarcado escoger a nuestros facilitadores, cualquiera se erige en líder, pero son pocos los verdaderamente aptos.  Muchos de estos facilitadores necesitan una terapia básica psicológica para encarar luego su camino hacia una mayor conciencia. Disminuir nuestro ego es una tarea que cada uno de nosotros debe llevar a cabo. Es la clave porque ego es una falsa identificación, es una necesidad de supremacía ante los demás en algún aspecto, es no conectarnos desde nuestro ser sino desde nuestra mente, un ego inflado se manifiesta de tantas maneras que enumerarlas sería una torpeza de mi parte. Ojalá yo pueda verme, ojalá yo y cada uno pueda conectarse con algo más grande que esta pequeña personalidad, algo que nos trascienda.

viernes, 17 de febrero de 2017

LAS ACTITUDES EGOCÉNTRICAS

       

    Es curioso, yo estaba hablando por teléfono con una persona que de pronto me comenta que se dice de alguien que es muy arrogante, pero que a ella eso no le importa. Me quedé pensando, ¿por qué el ego en una determinada persona es algo que me produce esa sensación tan desagradable? Me pregunté primero antes que nada si no era un rasgo mío que no toleraba verlo reflejado afuera. Y no, no era eso. La pregunta me siguió rondando. Cuando alguien centra todo en su persona se siente una energía de desplazamiento, algo poderoso entorpece lo que antes se respiraba con fluidez. A mí no me molesta personalmente sólo que comienzo a preguntarme dónde está el centro, qué está pasando con la energía. Cuando detecto un primer signo siento un movimiento veloz y violento. Obviamente me recuerda figuras familiares, eso de “¡Aquí estoy yo, aquí estoy yo!”. El yo, sin duda, ha sido sobrevalorado en nuestra época como una suerte de eje monumental alrededor del cual todo debía seguir girando. Basta con mirar las propagandas televisivas. Desde pequeña me costó mucho configurar mi propio lugar frente a personas que tenían esas actitudes ¿Pero ahora qué sucede? Quiero alejar este asunto de la esfera de mis propias emociones para profundizar, entender por qué  las actitudes egoicas interfieren tanto en la vida plena de todos los días.  Se me ocurrió reflexionar  que tal vez produzca tanto escozor para quienes intentamos alinearnos en el camino del ser es ver que una persona se identifica con aspectos pasajeros de su personalidad y que pretende erigirlos como superiores, ya sabemos que el ego escoge para alimentarse y afianza el abolengo, las destrezas sociales, el poder económico o intelectual, todos rasgos efímeros. Allí es cuando un sistema de valores que intenta autosustentarse flaquea: el mundo tiene su peso sobre nosotros y necesitamos reforzar la senda genuina a cada paso. Es tan penoso ver a alguien aferrado a lo que pronto se desintegra. Estar cerca de una persona excesivamente egocéntrica es como si nos tragara todo el espacio, todo el aire, ¿pero esto es algo que me ocurre solamente a mí? Y lo peor es que interfiere tanto energéticamente que pareciera que no se puede pensar con claridad.  Algo más sucede con mis pensamientos, se achatan, no encuentran dimensión para conectarse, comienza a producirse un aplanamiento tan grande y entonces me digo: es porque el eje de verticalidad de la persona que está a mi lado no permite una expansión horizontal. Es lo inmediato que se me ocurre siguiendo el concepto de patriarcado versus pensamiento expansivo. Sin embargo sospecho que hay algo más.  Experimenté la cercanía incluso en un espacio cerrado con un ser como Sai Baba, su campo mental inconmensurable abrió mi propio campo mental.  Es muy difícil transmitir esto si no ha sido vivenciado. Recordé las anécdotas sobre la vida de  Santa Teresa de Jesús que solía levitar y que por irradiación de su campo mental provocaba que las empleadas que limpiaran entraran en el mismo estado. Obvio que la cercanía con una persona totalmente enfocada en su propio ego estrecha mi propio campo. Sin ir al ejemplo extremo de la presencia de un Avatar como Sai Baba, basta mencionar mis experiencias de Reiki o Magnified Healing, la energía se expande, los egos quedan relegados y todo es un elevarse maravilloso. Esa persona que cae al suelo por efecto de la energía recibida en Magnified Healing sirve como metáfora de cómo el ego queda en un segundo plano, se pierde la verticalidad, se horizontaliza el cuerpo. Escribí alguna vez que un cuerpo acostado es un cuerpo fuera del mundo y sus intereses. Sin embargo esto no me basta, hay algo más en este modo de operar el ego centrado en la conciencia individual de un modo muy acentuado que nos afecta a todos y claro, el ego necesita del discurso como recurso de autoafirmación. Al aparecer la palabra todo se potencia. La manera en que nuestro ego habla, enfático y cortante, engolosinado con su propio concepto de persona endiosada, sapiente y sin vacilación, lastima. Pareciera estar diciendo que Dios no existe en cada vocal pronunciada. El desplazamiento del eje se ha realizado con tanta intensidad que  una fuerza  opera en nuestra conciencia. Porque además tenemos siglos detrás en los que fueron declaradas guerras y se realizaron atrocidades hacia los seres humanos apoyados en esta actitud, como no podía ser de otra manera. Si hay conocimiento, es decir si hay conciencia porque la conciencia se alimenta del saber sobre uno/a mismo/a y así se amplía, hay amor. El ego desmedido es un acto de violencia en tanto la violencia es quebrantar la ley del amor. Amor y conocimiento son sinónimos, sólo el conocimiento nos puede abrir las puertas del amor sincero y desinteresado, violencia e ignorancia se presuponen la una a la otra. En la actitud egoica hay ignorancia y hay violencia. Eso es lo que lo lastima, supongo. Quizá no me lastime tanto como cuando veo la imagen donde se mata o tortura a un animal, pero lastima. El mundo necesita menos dolor, más conocimiento, y con el conocimiento habrá más personas felices y menos depredación planetaria. Me pregunto hasta dónde necesitaremos desplazar el eje que ha sido colocado en nuestra propia persona para que nuestro ser luminoso pueda manifestarse.

   
   
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