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miércoles, 12 de septiembre de 2012

EL VALOR DE LA PALABRA

Isadora Duncan

        Recuerdo que en mi adolescencia  me impresionó muchísimo leer el libro autobiográfico de Isadora Duncan, la creadora de la danza moderna. Ella cuenta que había perdido sus dos hijos pequeños en un accidente y no tenía consuelo. Esto ocurrió a principios de la década del XX, entonces Isadora narra su experiencia con la famosa actriz Eleonora Duse.  Al parecer todos los allegados de Isadora le decían que olvidara, creyendo que así la ayudaban, pero ella estaba cada vez peor, no lograba superar un poco su dolor interno. Entonces la Duse le dijo que hablara, que hablara de sus hijos todo lo que quisiera. Y fue aliviador, el dolor comenzó a ceder. Claro, era plena época de los inicios del psicoanálisis. Hemos aprendido mucho desde entonces sobre nuestra psiquis y sobre los procesos de duelo. Sin embargo los tiempos han cambiado, la energía planetaria y nuestra evolución nos han llevado a un estadio diferente. Aún necesitamos elaborar el duelo, hablar, ir al psicoanalista muchas veces. Claro que esa es una etapa en el camino de autosuperación de conflictos, a veces necesaria, otras, imprescindible incluso para personas que se han iniciado en el autoconocimiento espiritual, suelen saltearse este tramo de conocimiento de sus emociones básicas y entonces creen que están preparados para dar un salto y no es así.
   Hablar es bueno pero hablar de qué, cómo, cuándo y sobre todo preguntarnos qué clase de energía estamos perpetuando. Saber escuchar no significa permitir que el otro se regodee en su propia energía densa contando una y otra vez anécdotas sobre sus infortunios. En ese caso nos convertimos en testigos de su hundimiento emocional. Eso no es bueno para que el habla ni para el que escucha. Ahora si en la narración de esos infortunios se desentraña algo, si es útil para comprender, entonces adelante con el relato. Por desgracia se suele confundir saber escuchar con permitir que el otro nos utilice como recipiente de su basura energética. Dejar que el otro cuente largamente su dolor es permitirle que se siga hundiendo y que crea que es una víctima del mundo. Una persona que se victima partiendo de la base que el mundo es malo, así cree fervientemente que es el mundo el que debe adecuarse a ella, en otras palabras que es el mundo el que debe cambiar y no ella. Y ese, ya lo sabemos, es un pedido excesivo. Quien critica continuamente desde su lugar de víctima se identifica con la oscuridad y de ese modo se instala en la dualidad porque su ser interno es luz. Cuando nos alejamos de nuestro ser interno ya no sabemos quiénes somos.
 A falta de la experiencia del amor las personas se cargan con la energía que tienen a mano, la del 
resentimiento expresada en la queja suele ser la que tienen más a mano. Sabemos que todo lo que nos pasa es una expresión del campo electromagnético que somos y que crea un campo mayor  alrededor de nosotros. Observar ese campo nos permite saber quiénes somos o qué estamos produciendo desde nuestro centro de gravedad. Así como la casa es la segunda piel, el mundo es el reflejo de nuestro ser.  El mundo en general es lo que es por la suma de nuestras conciencias individuales. Ahora, nuestro mundo cotidiano es forjado por nuestra propia conciencia. Cada uno de nosotros vive en el mundo en el que cree. Es nuestra creencia la que configura el escenario. Siguiendo una de las leyes del Kibaliom: Como es arriba es abajo, como es adentro es afuera. El afuera no es independiente de nosotros, nadie es víctima de nada, es hacedor y aquí se aplica mejor que nunca la ley de la física cuántica: El observador modifica lo observado.  Eso de lo que nos quejamos es en realidad el Maestro que viene a brindarnos la oportunidad de cambiar. Ese es el único Maestro que podemos recibir en el actual estado de conciencia en el que nos encontramos.
    De modo que es importante saber adónde nos llevan nuestras palabras, no siempre hablar construye un hecho comunicacional y yo diría que últimamente   en escasas ocaciones. Sospecho que los humanos en Occidente hemos  agotado en cierto sentido el uso de la palabra y abusamos de ella, la palabra,  que puede ser transformadora se convierte en  mero objeto del ego. Una vez más insisto en la importancia de la práctica  espiritual cotidiana como camino hacia el centro, ese centro nuestro, el Ser que realmente somos que  y opera como núcleo de gravedad y construye nuestro mundo. Meditar, cantar mantras, realizar hatha yoga, bhakti yoga, oración,  servicio desinteresado, Reiki y sí, nuestro querido Reiki, distorsionado por la publicidad de los medios, que es la técnica que en Occidente se ha abierto para que muchas personas se asomen a la experiencia de los otros planos y se den cuenta de que el físico es el resultado de los otros más sutiles y no a la inversa. Trabajar en nuestro ser no es leer libros, no es seguir transitando el camino de la palabra, así como hablar y hablar no supone acceso al autoconocimiento ni vía de comunicación genuina. Leer puede ser el camino pero depende cómo y movilizando determinadas energías. Sin humildad no hay evolución y sin humildad tampoco hay compasión. Y ha sido el dominio sobre la palabra lo que nos ha hecho creer que sabemos y que somos superiores. La palabra hablada merece más respeto, creo que deberíamos someterla a nuestra consideración una vez más, deberíamos devolverle su carácter sagrado como a todas las cosas que nos rodean. El aporte de Freud a la cultura ha sido inmenso, pero en su justa medida y con rigor, lo mismo que el aporte del Reiki el que lamentablemente no es conocido popularmente en su profundidad y eficacia espiritual. Entonces, hablamos de lo siempre, no trivializar, no dejarnos llevar por una cultura del consumo, de todo es lo mismo, de la acumulación reemplazando la excelencia. A la palabra tenemos que devolverle su lugar y no malgastarla, la palabra es energía y como tal puede canalizar lo sutil o lo denso. Elijamos elevarnos para colaborar en la elevación del mundo en su totalidad.
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viernes, 22 de junio de 2012

PUERTAS DEL CONOCIMIENTO

                                           

He notado que algunas personas tienen una relación confusa, ambigua, desconfiada hacia otras formas de conocimiento convencionales, me refiero a la intuición, a ese conocimiento que surge de la propia conexión con el ser interno. Esto obedece a  causas históricas especialmente en Occidente.  Y digo esto porque en ciertos pueblos que están más en contacto con la naturaleza o en Oriente la relación con este modo de conocimiento es más fluida y habitual.
    Dice el gran Maestro hindú Swami Dayananda en su interpretación de la Baghavad Gita que es muy pobre que los humanos sólo conozcamos a través justamente de la percepción y la mente. Se trata de un estrechamiento de una limitación de nuestras capacidades cognitivas. Lo he podido apreciar en varias personas frente a la posibilidad de que intermedie como iniciadora en el primer nivel de Reiki. Pareciera que aprender una técnica de autosanación y sanación a otros fuese dar un paso hacia el peligro,  cuando en realidad se trata de una práctica sumamente natural que está en nuestro código genético, algo tan simple como esa tendencia que tiene una madre a colocar su mano en la zona dañada del cuerpo de su hijo. Y dije que esto no es casual porque durante casi seis siglos la Inquisición  se ocupó de perseguir a quienes se aventuraron a experimentar con otras formas de conocimiento que no fueran las establecidas. Así quemaron preferentemente a mujeres en la hoguera suponiendo que con eso se extirpaba una vía de acceso a esas formas de saber. Pero no fue así, esta condición o don es propia del ser humano y reverdece y reaparece siempre. Lo que sí logró la práctica de la Inquisición fue crear campos mentales que perduran y que sumen a las personas en una suerte de temor ciego a eso que no se sabe qué es. La idea de castigo subyace en esos campos en los que todavía abrevamos. Por eso la práctica concreta o sea la experiencia del Reiki, por citar a la más divulgada, nos permite dimensionar nuestro propio poder humano y comprender que el acceso al conocimiento tiene muchas más puertas de las que creíamos que existían.  Por este motivo he observado que ciertas personas ubican en la zona de lo oscuro sus intuiciones, sus sueños premonitorios y hasta la visualización de figuras sagradas como ángeles o la mismísima Virgen María, a veces ocurre también que se auto-consideran seres especiales o privilegiados cuando en realidad eso es la manifestación de una cualidad natural humana de conocimiento que ha sido aplastada por la cultura. A lo chamanes de América o a los hindúes esto no los sorprende, porque tienen incorporada esta capacidad, tienen el hemisferio del cerebro derecho más desarrollado. Así es que no resulta raro que cada tanto en los medios de comunicación aparezcan personas que se erigen en jueces levantando su dedo condenatorio, personas que se conectan con esos antiguos campos de energía de la Inquisición. De tanto en tanto se pone de moda el tema de las sectas que de hecho existen, pero que no son tantas ni son   todos esos grupos de trabajo espiritual que nombran los que salen con su dedo acusador. El miedo  es el peor enemigo del conocimiento, si bien es una emoción útil, en muchas ocasiones es utilizada para controlar a las personas. El miedo es lo contrario de la fe y con la fe las puertas se nos abren. La fe está en el camino del amor, de eso se trata esto, el Reiki, el escucharse a uno mismo desde lo profundo desatendiendo mandatos culturales. La verdad, entonces, es la clave y  también el amor, que son dos valores humanos fundamentales, ambos se presuponen y operan como dos caras de una misma moneda. Los tiempos que corren nos piden expansión, apertura, integración de las diferencias y para eso necesitamos abrirnos a nuestras percepciones más íntimas y genuinas. El mundo se nos revela cada vez más fascinante, pero para acceder a ese mundo de afuera necesitamos imperiosamente conectarnos con nuestro mundo interior, nuestra verdad del alma. Las prácticas para desarrollar esta capacidad innata son variadas, no importa cuál escojamos, la alimentación natural, la meditación, el yoga, la respiración consciente, la oración, el canto sagrado, el Reiki, el adentrarse noblemente en la propia religión de origen, no importa el camino porque el camino es ancho y en última instancia nos conduce al  mismo sitio. La actitud fundamentalista de suponer que el único camino posible es el propio, resulta a esta altura de los hechos una antigüedad y una ridiculez. Las puertas son infinitas, como en nuestros juegos infantiles, cuando todo parecía posible.
                                                                                
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domingo, 6 de mayo de 2012

LO QUE LA LITERATURA ME ENSEÑA


Ante todo me causa gracia el título que escogí para este artículo, suena un poco a “Lo que el viento se llevó”. Y quizá no resulte casual.  Escribir y dejarse llevar por el viento o fluir al compás de algo superior es la clave. Me refiero al trabajo de escritura literaria no a la escritura de por ejemplo una nota periodística, un ensayo o un discurso testimonial, en estos casos el lenguaje es utilizado en forma utilitaria, informativa. Cuando al lenguaje lo transformamos en cosa se convierte en un fin en sí mismo y opera como una tela y los colores para un artista plástico, como el movimiento corporal para la danza, como los sonidos  de las notas para un compositor musical o el mármol para el escultor. Hay una gran diferencia en estas dos formas de uso del lenguaje. El lenguaje verbal tiene muchas funciones como lo estableció Vladimir Propp, actualmente se confunde bastante y se llaman escritores  también a personas que emplean el lenguaje en su función informativa, pero para ser más precisa me refiero a la poesía o a la ficción en tanto arte literario donde el uso del lenguaje se convierte en su práctica en una prisión y a la vez en una puerta hacia la libertad interior.
    Cuando comenzamos a aprender escritura artística es difícil que no nos topemos con un ego inflado, es decir que  de inmediato pensemos en la repercusión social de nuestra obra y ese es la primera enseñanza que nos ofrece el oficio de escribir. El ego es útil pero no si lo convertimos en el que comanda todo nuestro ser, es útil porque nos impulsa a la acción en el mundo y a la acción en el arte, ahora bien, si este momento inicial con su aspiración de notoriedad se prolonga en el tiempo, lo más probable es que afecte el resultado de nuestro trabajo artístico y lo que es peor terminaremos perdiendo la noción de quiénes somos en realidad. Ni hablar de lo que ocurre después a lo largo del tiempo, cuando aparece una crítica favorable o desfavorable sobre nuestro trabajo en los medios. Ahí yo diría que se establece una suerte de triángulo entre nuestro ego, el mundo y la propia obra. Es un momento culminante donde podemos poner las cosas en su lugar. Si con el tiempo no dejamos de identificar nuestro ser al resultado de nuestro trabajo, si no entendemos que ese libro publicado es sólo un momento de nuestro hacer que cambiará, que se dejará de ser y que pasará a ser otra cosa, estamos atrapados porque terminamos identificando nuestro ser con la acción y con un resultado mundano. En los talleres literarios solía repetir a los talleristas: “Consideren que este texto es sólo la expresión de este momento, no se apeguen a él, no lo defiendan excesivamente porque necesitan por la lógica del proceso de corrección seguir transformándolo”.  Si al texto en este proceso de producción se lo convierte en algo estático no se logra un buen texto.  Aquí se encuentra una de las enseñanzas básicas de este oficio: aceptar la transitoridad, esto es difícil cuando vamos adentrándonos en el oficio y  comprendemos que un texto literario  es ante todo corrección y corrección, reemplazar infinitamente una palabra por otra. Es un camino tedioso a veces y fascinante, otros. María Elena Walsh solía decir: “Yo no escribo, tacho”. La tachadura es la base de ese logro armonioso en que se convierte la obra después de mucho tiempo, tiempo es trabajo sobre un lenguaje que se nos deforma, que se hace cacofonía, que pierde el ritmo, que necesita de pronto apuntalar su devenir y su coherencia interna, la búsqueda de una belleza formal puede deformanos el sentido. Ir y venir, ir y venir, así se aprende una ley importantísima de este proceso de vivir: la insistencia, la perseverancia. Estamos sujetos al tiempo, y el repentismo nos lleva al fracaso. Tiempo es paciencia. Y de esto se deduce algo más importante aún: que el lenguaje es algo que con su lógica se nos impone como un poder superior.
    Aunque quizá lo principal es comprender que nunca llegamos a un resultado óptimo, que nuestra labor consiste en perseguir una perfección que nunca se alcanza. Jorge Luis Borges solía  opinar al respecto: “Digamos que se publica un libro tan sólo para no seguir corrigiendo”. Esto significa que en realidad se publica siempre una imperfección en tanto somos humanos y existe algo que sí es perfecto pero que no está en este mundo. En este sentido toda la obra de Borges se apoya en este concepto. De modo que practicar durante años y años el trabajo de la literatura si logramos tomar una distancia es un camino espiritual, de autoconocimiento y no sólo porque la escritura convierte a la hoja en blanco en un espejo en el que podemos mirarnos sino porque el oficio constituye en sí mismo un camino.  En el polo opuesto se encuentra el conocimiento científico como lo concebían los positivistas lógicos, un conocimiento acabado y concluyente. El arte y la ciencia en cierta  manera son dos caminos enfrentados en su búsqueda de conocimientos, son dos formas de conocimientos que tienen a veces puntos en común pero que en esencia difieren. La búsqueda del autoconocimiento o camino espiritual está más cercana al arte.
    La otra tarde, en una clase de canto védico tuve la misma sensación. La Mataji, Silvia Vajovsky, nos insistía en volver sobre uno de los anuvakas del Rudram, y nos dijo que al menos nos faltaban seis años de práctica para llegar a cantarlo como se debe. Pensé de inmediato en la escritura literaria, en esta forma de saber o de búsqueda de conocimiento a través del arte como un conocimiento que no está acabado jamás, que se aleja del cientificismo a pasos agigantados porque no se llega a ningún sitio, sólo se trata de valorar la gracia de estar en el camino.

                             


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lunes, 23 de abril de 2012

UNA BREVE EXPERIENCIA NUTRICIONAL

                                               "Energías elementales"- obra de Silvia Viktorin


 Resulta significativo que Gandhi le haya dedicado tantas páginas  a su relación con la comida en su libro autobiográfico que él tituló “Mis experimentos  en la búsqueda de la verdad”, ya que la biografía le parecía demasiado centrada en la figura de la personalidad. La obstinación de Gandhi de  negarse a beber leche  aún cuando su vida estaba en peligro debido al exceso de ayuno, puede ser incomprendida sino no nos atenemos al concepto de dharma en la cultura hindú, obedece en principio a un orden moral, la vaca es el símbolo del abuso del ser humano sobre los otros reinos, en este sentido lo nutricional es también moral en tanto afecta nuestra evolución espiritual. Cuenta Gandhi que cuando concertó matrimonio para su hija lo primero que hizo fue ir a la casa de los suegros a ver la cocina, quiso conocer el espacio donde ella iba a estar mayor tiempo. La comida es fundamental, nos conecta con la tierra, aporta el tipo o calidad de energía con el que entre otras cosas elaboraremos la calidad de nuestros pensamientos. En los antiguos monasterios era el cocinero una de las figuras más importantes y sabemos que muchos maestros hindúes no comen fuera de su casa,  debido a que  las vibraciones de la persona que cocina impregna los alimentos. Ahora bien, pareciera que nosotros, me refiero a quienes comenzamos desde hace años una tarea consciente de evolución basada en el autoconocimiento, le fuimos dando alguna prioridad al tema  nutricional. Muchos dejamos de comer carne, evitamos los azúcares refinados y las harinas blancas,  luego con el tiempo  fuimos teniendo la impresión de que no ha sido suficiente. Suprimir sin mejorar la calidad ni elevar nuestra conciencia ateniéndonos a todos los planos de nuestra vida no alcanza.  Claro que ha habido grupos que le dieron una excesiva importancia a la comida reduciendo todo el trabajo de autoconocimiento y evolución al acto de elegir el alimento y a la forma de comerlo. Eso tampoco ha llevado a buen puerto porque se convirtió en una suerte de fundamentalismo alimenticio que condenaba a quienes no tenían la misma conducta. Y el fundamentalismo, ya lo sabemos, es quedarse anclado en unos de los polos, de modo que supone sostener la dualidad, y al dualidad lleva a la violencia, a la guerra. No se trata de eso. Lo que sí he observado es que  unas cuantas personas que conozco que están en un momento evolutivo de compromiso comienzan a tener enfermedades que la llevan a modificar drásticamente su alimentación.  Sospecho hemos llegado un punto clave en el que es preciso sutilizar nuestro cuerpo físico para seguir avanzando. Y no se trata de comer o no comer carne, de ser begano o macrobiótico, se trata de reconocernos también como parte de la tierra y de integrar nuestro cuerpo al proceso de ascensión.
  Yo, hace un tiempito, comencé dejando la excesiva cantidad de lácteos que devoraba y no me resultó fácil. Pero luego descubrí que haber dejado esa compulsión respondía a algo más visceral y no sólo a un hábito incorporado en una familia italiana en la que “il formaggio dopo il pranzo” era parte del menú., sino a una densidad de los derivados de la leche que me remitían a mi familia de distintos modos. Así comprendí que podía vivir sin yogures diarios y fue revelador. Ahora, hace muy poco comencé a comprar verduras y frutas sin agroquímicos o las llamadas “orgánicas” y ya estoy experimentando los beneficios.  A ver, ante todo me sorprendo que me rinda más, considerando que son un poco más caras, al final me sale más barato. Y ¿por qué rinden más? Porque como menos. ¿Y por qué como menos? Porque  mi organismo, cada una de mis células percibe su alto valor nutricional y no pide más. Recordemos que una de las causas fundamentales sino la principal de la gordura en el mundo es que la gente come y come buscando una nutrición que el alimento no brinda porque es transgénico o porque ha perdido por exceso de químicos su valor, lo que  lleva a  personas a buscar en cantidad lo que no obtienen en calidad. Esto es lo que he notado en primera instancia, de más está decir que al no absorber químicos que están en la tierra y que fueron puestos para matar insectos y por lo tanto son sumamente tóxicos, mi organismo trabaja menos para defenderse de eso y ya siento más energía y mis antes pesadas digestiones se han aligerado. Sé que esto me traerá más alegría, al desprender de la densidad de los tóxicos que el organismo humano al igual que el tabaco no sabe cómo procesar, la tendencia natural de las células que buscan la expansión (expansión es amor y por lo tanto alegría) podrán darle rienda suelta a su natural movimiento. Posiblemente al alimentar nuestro cuerpo más denso, el físico, hemos cometido el mismo error, como sociedad quiero decir, que es ir a buscar en el sitio equivocado. Así como las personas han pretendido encontrar la felicidad en el placer de la posesión se objetos externos, en la acumulación de bienes o el consumismo,  de la figuración social o falta identificación son el ser externo, digamos que perdiendo la esencia y la conexión con lo interno, así  ha sido nuestra forma de alimentarnos,  burda,  carente de sutileza.  Cada día más sabemos que nuestra salud depende de nuestro modo de comer y del equilibrio y calidad de nuestros alimentos. Qué interesante camino se nos está abriendo ahora con la información al alcance de nuestra, lejos de las farmacias, de los hospitales y más cerca de la vida luminosa.

                                                               

martes, 27 de marzo de 2012

SILENCIO Y SOLEDAD


                                                    
    Tengo que admitir que mi relación con la palabra no es sencilla. Si bien he descubierto la maravilla del silencio interior mediante  el ejercicio cotidiano de diferentes prácticas espirituales, como occidental con una formación educativa racionalista, suelo desbordarme socialmente mediante el uso de la palabra. En mi estudio tengo una pizarra donde escribí una frase que se encuentra en el comedor de Prashanti Nilayam, el ashram de Sai Baba en Puttaparthi, sur de la India. Y es la siguiente:
  “Antes de abrir la boca para hablar piensa si lo que vas a decir será útil, necesario, verdadero, si no hará daño y si mejorará el silencio”.
   

 Este reportaje fue extraído de “Enseñanzas espirituales” y quien responde es Ramana Maharshi (1879-1950)


 -¿Es útil un voto de silencio?
- El silencio interior es auto-entrega. Y auto-entrega es vivir sin el sentimiento del ego.
-La soledad, ¿es necesaria para un Sannyasin?
-La soledad está en la mente de un hombre. Uno puede estar en el centro del mundo y sin embargo mantener una perfecta serenidad; una persona así está siempre en soledad. Otro puede estar en el bosque, y aún así, ser incapaz de controlar su mente. Entonces no se puede decir que esté en soledad. La soledad es una actitud del ánimo,; un hombre apegado a las cosas de la vida no puede alcanzar la soledad, no importa dónde esté. Un hombre desapegado está siempre en soledad.
-¿Qué es Mouna?
-Aquel estado que trasciende el discurso y el pensamiento es Mouna; es meditación sin actividad mental. El sometimiento de la mente es meditación: la meditación profunda es eterno discurso. El Silencio habla perpetuamente; es el fluir perenne del “lenguaje”, interrumpido por el habla, porque las palabras obstruyen este “lenguaje” mudo. Una conferencia puede mantener entretenida a la gente durante horas, sin mejorarla. El silencio, por otra parte, es permanente y beneficia a la humanidad entera. Silencio significa Elocuencia. La expresión oral no es tan elocuente como el Silencio. El Silencio es Elocuencia incesante… Es el mejor Lenguaje.
    Hay un estado en el que las palabras cesan y el Silencio prevalece.
-¿Cómo podemos comunicarnos uno a otro nuestros pensamientos?
-Eso es necesario si el sentimiento de dualidad existe…
¿Por qué Bhagavan no sale a predicar la Verdad a todo el pueblo?
-¿Cómo sabes que no lo hago? ¿Acaso predicar consiste en treparse a una plataforma para arengar a la gente que hay alrededor? Predicar es simple comunicación del Conocimiento; realmente sólo se puede hacer en Silencio.¿Qué piensas de un hombre que se pasa una hora escuchando un sermón y después se va sin que lo que oyó le haya impresionado lo bastante como para cambiar de vida? Compáralo con otro que se mantiene ante una Presencia santa y pasado un tiempo se va, con un visión de la vida totalmente cambiada. ¿Qué es mejor, predicar en alta voz sin efecto alguno o permanecer en silencio enviando hacia fuera la Fuerza Interior? Y además ¿cómo surge el discurso? Hay un conocimiento abstracto, del cual surge el ego, que a su vez da origen al pensamiento, y éste a la palabra hablada. De modo que la palabra es bisnieta de la Fuente originaria. Si la palabra puede producir efecto, ¡juzga por ti mismo cuanto más poderosa debe ser la Plegaria a través del silencio! Pero la gente no entiende esta verdad simple y desnuda, la verdad de su experiencia cotidiana, siempre presente, eterna. Es la Verdad del Sí-mismo. ¿Hay quien no se percata del Sí- mismo? Pero no les gusta siguiera oír hablar de esta Verdad, en tanto que están ansiosos por saber qué es lo que hay más allá, de saber sobre el cielo, el infierno, la reencarnación.
Porque aman el misterio y no la Verdad, las religiones les sirven hasta que terminan por llevarlos al Sí-mismo. Sea cual fuere el medio que adoptes, finalmente debes regresar al Sí-mismo, ¿por qué no instalarse aquí y ahora en el Sí-mismo? Para ser un espectador del otro mundo, o para hacer conjeturas sobre él, es necesario el Sí-mismo; por consiguiente, ellos no son diferentes del Sí-mismo. Incluso el ignorante, cuando ve los objetos, no ve más que el Sí-mismo.
                                     (Gentileza de la publicación “Derecho Viejo”-
                                        año 11, Número 123. Febrero 2012. Buenos Aires.)


Ramana Maharshi nació con el nombre de Venkata Ramana (‘la que da placer a Venkata’, la diosa Lashmi, consorte del dios Vishnú. Desde su juventud, se le empezó a llamar maharshi, ‘gran sabio’ (siendo mahā: ‘grande’; y rishí: ‘sabio’). También se le otorgó la denominación Bagaván  (Señor, ‘el que aporta prosperidad’).Había nacido en una aldea llamada  Tiruchuzhi, cerca de Madurai, en el sur de la India. Cuando tenía doce años falleció su padre, policía de profesión, y se fue a vivir con su tío a Madurai, donde asistió brevemente al instituto American Mission (misión estadounidense). A los dieciséis años, oyó a alguien mencionar la colina Arunachala. Aunque él no sabía el significado de la palabra (es el nombre de una colina sagrada asociada a la divinidad hindú Shiva) sólo oir este nombre causó un impacto en él. Por aquel entonces se hizo con una copia del Periyapuranam de  Sekkilar,  un libro que describe las vidas de los santos  shivaistas  (adoradores del dios  Shiva). Ramana decía que hasta ese momento esa fue la única obra religiosa que había leído; despertó en él cierta curiosidad por el fenómeno religioso, que desconocía completamente.A mediados de 1896 (a los 17 años), tuvo su primera experiencia sobrenatural: fue súbitamente abordado por el sentimiento de que iba a morir. Se acostó en el suelo, convencido de su muerte, retuvo la respiración y se dijo: «Mi cuerpo está muerto, pero yo aún vivo». Así alcanzó un espontáneo atma gñana (‘conocimiento del alma’): se dio cuenta de que él no era el cuerpo, sino el ser. Algunos autores dicen que alcanzó el samadhi tras severas penitencias, pero Ramana negó siempre este extremo: «No tuve período preparatorio o purgativo de ningún tipo [...] no tenía idea de lo que era la meditación. [...] El ser no es realizado por la acción de nadie, sino precisamente cuando contenemos nuestro deseo de actuar, nos quedamos quietos y silenciosos y somos lo que realmente somos».

viernes, 10 de febrero de 2012

HUMILDALD Y EVOLUCIÓN


Hablamos continuamente de humildad pero ponerla en práctica no parece tan sencillo en nuestro actual nivel de evolución. ¿Qué es humildad? Habría mil maneras de enfocar este concepto, pero en este momento relaciono la humildad con la idea de totalidad y la noción de infinito. En realidad la humildad sería el resultado de haber alcanzado  una comprensión con respecto a estos dos conocimientos.  Dijo Sai Baba que nosotros  aún no tenemos la más mínima idea de lo que es  la noción de infinito, estamos lejos de alcanzarlo, así como dijo también que no estamos lejos de vivir en la tierra un renacer de la edad de oro, es decir experimentar el  verdadero amor en este plano tridimensional.
 Las ideas de totalidad y de unidad son una misma cosa. Nos percibimos a nosotros separadamente, aisladamente, comenzar a comprender y experimentar que formamos parte de una entidad mayor y que como tal dependemos de un funcionamiento que no manejamos completamente es un  desafío y una necesidad imperiosa para  avanzar en nuestra evolución,  para ir alcanzando la tan mentada ascensión. Y esta entidad mayor es profundamente orgánica y responde a un plan que involucra a cada una de sus partes, ese plan tiene un sentido trascendente. Por eso se me hace que para hablar de humildad tenemos que hablar de otra cosa. ¿Cuándo la humildad comienza a resquebrarse en Occidente? El Renacimiento opacó la conexión con la Divinidad en detrimento del ser individual, el "yo soy para el mundo", el "yo transformo el mundo",  fue necesario opacar la idea de un Dios que en aquel momento era patriarcal para que el yo desterrara toda conexión con el ser interno,  claro que esa etapa fue parte de un camino, sin ese proceso de alejamiento de un Dios que estaba afuera del individuo no hubiésemos arribado a este despertar a una nueva conciencia o trazado de nuevo paradigma,  no ha  habido error en el período que estamos dejando atrás en término de evolución de nuestra conciencia, pero debemos ser conscientes de cómo fue y en qué consistió. El pasaje de una idea de Dios exterior, equidistante y asimétrico necesitó de una visagra para transformarse en un Dios que está en todo y, como tal, está dentro de cada uno de nosotros. Lo cual nos hace responsables. Es en este sentido en el que afirmamos que somos Dios. El Dios patriarcal del antiguo paradigma devino en Dios interno. Es tan transformador este cambio que el hecho de vivirlo nos pone en una situación que aún no hemos podido asimilar  completamente.
     Volviendo a la idea de unidad percibo que precisa de nuestra experiencia para ser incorporada, no se puede entender la unidad desde lo intelectual y la mejor manera de lograrlo o quizá una de las pocas es el ejercicio continuo, diario, las llamadas prácticas espirituales. En la India hay cinco caminos: Karma Yoga, Hatha yoga, Bhakti yoga, Jñana yoga y Raya yoga.  Karma yoga o servicio, la tarea de la Madre Teresa alcanza como ilustración, el Bakti yoga se apoya en el concepto de la veneración o adoración a un maestro como modelo a seguir, en el caso de Sai Baba se presentó como la encarnación de nuestra conciencia superior y no como un Ser separado, así que el trabajo con Él es sumamente rico y potente. El Jñana yoga consiste en profundizar el estudio de los textos sagrados como vía a la liberación de este plano o ascensión y el Raya Yoga promueve la práctica de la meditación con todo lo que implica. En realidad  nos están indicando cinco sendas posibles que nos llevan finalmente a un mismo lugar. Sin prácticas es muy difícil ascender espiritualmente. Sería lo mismo que suponer que un niño que aún no aprendió a caminar lo logre sin caerse, sin tropezar, sin experimentar el aire sobre su cabeza moviéndose.
  Todo esto que me llevó en mi reflexión hasta aquí nació cuando me planteé el concepto de humildad. Porque humildad es la clave, si supongo que ya sé todo lo que preciso saber, no daré ningún paso hacia ningún sitio y quedaré estancada o estancado. Y los límites de mi conocimiento son puestos por la práctica misma. Si me quedo en el terreno de la especulación todo es posible y mi ego inflado puede hacerme creer lo que no es verdad. Vuelvo al ejemplo de aprender a caminar físicamente para un niño, sólo la puesta en marcha muestra sus contradicciones y dificultades.  Somos hijos de un modelo patriarcal que concebía al conocimiento como posible de ser abarcado por la mente y, claro, la definición de ser humano estaba determinada por su razón.  Eso de que somos seres racionales, sí, por supuesto que lo somos, pero eso no nos agota y por lo tanto no nos define, somos seres trascendentes, venimos al mundo trayendo ya los genes de nuestros padres y todas sus memorias y eso ya nos trasciende, vale decir que está más allá de nosotros, sin  mencionar todo lo otro más que traemos.  Somos trascendidos por una memoria cultural, ancestral, incluso por la memoria de nuestra especie.  Y por si esto fuera poco somos seres que  encarnamos transitoriamente en un cuerpo humano,  en el futuro viviremos otra clase de experiencias según nuestro camino evolutivo lo marque y esto dependerá de nuestras lecciones aquí y ahora. Se ha repetido con frecuencia la frase: Somos seres espirituales que estamos viviendo una experiencia humana.
    Si avizoramos aunque más no sea mínimamente esto que nos  abarca y nos supera al mismo tiempo, el misterio de la vida, no nos cabe otra actitud que la de humildad, si no nos acercamos a esta actitud podemos caer en la falsa creencia de que  podemos decidir sobre acontecimientos que en realidad están definidos por el enganaje de ese conjunto interrelacionado y gobernado por ese plan mayor. La humildad es la condición necesaria para la evolución y para eso es indispensable comenzar a modificar nuestro concepto sobre el mundo y los seres, un cambio de paradigma, el paradigma viejo es tan estrecho que todo el mundo cree saber lo que necesita para vivir y allí se estanca. Apenas nos asomamos al nuevo paradigma la idea de vastedad nos marea como un niño que aún no aprendió a caminar pero que logra ponerse solito en pie por primera vez. Estamos mareados espiritualmente hablando y a veces  la sensación nos da  miedo y por eso  nos refugiamos en una falsa idea de conocimiento.  Lo cierto es que no sabemos nada, sabemos muy poco porque el Universo y nuestras propias capacidades se nos escurren como agua entre los dedos. Me gusta la frase que se dice en la película ¿Qué rayos sabemos?: "Es  preferible vivir en el misterio que en el conocimiento". Y sí, esto supone aprender a vivir en la incertidumbre y eso, desde ya, tiene su precio. Frecuentemente escucho decir a las personas frases hechas con tanta certeza que me asombro y son frases escuchadas por ahí que no pasaron la prueba de la propia experiencia. Se trata de un resabio del modelo patriarcal del pensamiento. Veo a personas que se comparan con el otro y quieren creer que saben más. En realidad el saber y el no estar equivocado es un mecanismo del cerebro primitivo, es una respuesta arcaica. El que está en lo cierto tiene asegurada su supervivencia.  El patriarcado necesitaba para perpetuarse personas que confiaran en el poder del cerco que construyeron a su alrededor para no sucumbir. Ahora nuestra supervivencia no depende de ser fiel a una tribu que me protege del exterior ni del autoconvencimiento de que estoy en  acertado sino en la capacidad de adaptación a un mundo cambiante, eso se llama aprender a vivir en la incertidumbre, eso es practicar la auténtica humildad.
                                                                     


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sábado, 7 de enero de 2012

EL REGRESO DE LA DIOSA

                                    
Reina de la noche (estatua babilónica)

Desde que obtuve la maestría en Reiki y comencé a profundizar en esta vastedad del manejo de la energía y del sentido y valor de los símbolos que cada vez se me presenta como un camino más y más inagotable, vinieron a mí todas aquellas mujeres que fueron quemadas en la hoguera en la Europa medieval. También nació en mí un gran respeto por los chamanes de los pueblos originarios de América, desde ya que esto podría hacerse extensivo a magos, hechiceros y a todos los trabajadores de la luz que comprendieron que el mundo fenoménico, el de los sentidos, está involucrado con el de las energías sutiles. Pero  por algún motivo vienen a mí aquellas mujeres que fueron masacradas prácticamente a partir del primer milenio por el poder patriarcal que no sabía cómo incorporar ese poder que ellas manejaban y en el afán de controlarlas las asesinaron.  El poder de turno sembró  el miedo  con eficacia y las almas se replegaron y eso creó en nosotros campos mentales que aún necesitamos desarticular. El aspecto femenino de la divinidad  fue sepultado por la energía masculina .
De algún modo la difusión masiva que ha tenido hasta ahora el Reiki de entre tantas otras parece operar como un despertador de esa conciencia dormida que una vez activada nos convierte a todos los reikistas un poco en magos y otro poco en sanadores de cuerpo y alma. Del mismo modo en que Sri Sathya Sai Baba desde la India cumplió con la función maravillosa de despertar conciencias, el Reiki me da la impresión de que está realizando una  tarea semejante pero en distintos planos. La experiencia concreta de equilibrar y potenciar la energía de otra persona mediante la imposición de manos es intransferible y aporta un conocimiento no mental, no verbal que pone en tela de juicio ese precepto patriarcal de que el saber por antonomasia se apoya en la palabra y por lo tanto en la razón. Y obviamente comprendemos en forma instantánea que somos parte de una unidad mayor que nos contiene, que  la otra persona es una parte de lo que yo soy. Así surge la oportunidad inigualable de desarrollar la compasión que en tanto subvalor del amor, es el alimento primordial que el mundo está necesitando.
 Cuando se accede a un segundo nivel de Reiki esta comprensión de la unidad se potencia y se  profundiza más la noción de que estos dos planos, el sutil y el físico son una continuidad. “Como es arriba, es abajo”, dice una de las leyes de la energía. “Como es adentro es afuera”.
    Desde hace un tiempo también se despertó en mí el interés por esa tradición legendaria de Avalon, el Rey Arturo, Morgana y la saga de Merlín. Leí en un libro de Sixto Paz Wells que esa leyenda difundida especialmente durante las Cruzadas hacía referencia a un momento en que en Inglaterra se abrieron puertas dimensionales. Y no casualmente  estos discursos literarios comenzaron a circular en el momento en que los  tempplarios comienzan a tener protagonismo en el escenario de las Cruzadas. Vi una versión fílmica de este mundo legendario con Merlín, Morgana, Ginebra, el rey Arturo y todo su séquito en el que se hacía referencia concreta al mundo de la Diosa y a las sacerdotisas de Avalon. Claro que en esta versión cinematográfica Avalon era un lugar físico al que se accedía atravesando un lago y que estaba envuelto en brumas, basado en una novela publicada con anterioridad. Avalon en todo caso ha sido un nivel de conciencia al que accedió un grupo humano en un determinado momento histórico. En la película los personajes pierden el acceso a Avalon, la puerta interdimensional se cierra pero los personajes esperan que se vuelva a abrir.  De esta forma se  metaforiza el hecho de que ya había comenzado el poder patriarcal con su fuerte forma de conocimiento racional, la historia que todos conocemos y entonces el poder político de la Iglesia desarrolló su aniquilación de aquellas mujeres que supieron conectar estos dos mundos. Ese saber no fue aniquilado junto con los cuerpos, me recuerda a un viaje que hice por México, una suerte de chamán me dijo: “Quemaron los códices, mataron a la gente, pero el saber siguió perdurando y está apareciendo ahora que lo podemos recepcionar.”
   En la película en cuestión, cuando los personajes comprenden que Avalon está perdido a su acceso, se refugian en un convento católico y entonces se preguntan dónde está la Diosa, cómo regresará y de pronto emerge la figura de la Virgen María como una representación de este poder. En nuestra cultura occidental la Virgen simboliza la compasión, el amor incondicional, la misma energía está representada en China por Kuan Ying, en Egipto por Isis y por la Pachamama en América. Tengo la sensación de que el Reiki ha venido a restaurar esa ruptura entre los mundos de un modo práctico y universal. Es uno de los instrumentos que nos ha traído de vuelta a la Diosa que una vez perdimos. Bienvenida sea.
                                                                                    
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