Hace un tiempo una
persona que no tenía argumentos y me quería herir me dijo: Vos sos un ser
oscuro. Me causó gracia. Le contesté que no existían las personas oscuras, que
todos éramos luz, la diferencia era que algunos somos más ignorantes que
otros. Hay una tendencia a decir que
existe la buena y mala gente, no me gusta esa expresión, todos somos de algún
modo buenos y malos a la vez. Es fácil ser bueno, lo difícil es ser
consciente, por más buenos que seamos tarde o temprano causamos daño
involuntariamente, ahora si somos un poco conscientes es más difícil destruir y
si ocurre nos daremos cuenta y quizá podamos repararlo.
La tendencia
generalizada es pensar el mundo dualmente, en eso se apoya gran parte del
ejercicio de la política y el sistema de propaganda que nos vende objetos, la creencia es la siguiente: si existe lo
malo, yo estoy del lado bueno. Es muy peligroso quedarse atrapados en el modelo
dual, la mente ama la dualidad, la división y consecuentemente la pelea. Es esa
dualidad la que conduce a la guerra. Por eso la práctica de la compasión nos
aleja de este modelo y nos permite dar un paso más a la compresión de los
hechos. La teoría del enemigo externo ha dado buenos dividendos a sus
promulgadores, no es necesario irse muy lejos en la historia mundial para
toparse con el nazismo y el Holocausto. Y más acá en el tiempo llegamos a los
fundamentalismos religiosos que han puesto su pie en la política. Pero aún en
distintos grados se sigue sosteniendo esa teoría y encuentra seguidores porque
en la medida que estemos anclados en una percepción del mundo desde la mente,
terminaremos satisfechos de que eso se vea así. No hay ningún mérito en
destacar el mal del mundo, ya sabemos que hay maldad, pero si nos focalizamos en
eso, si sintonizamos esa emisora terminaremos empañados. En igual medida existe
la dimensión de la luz, si así no fuera el mundo se acabaría, y ya sabemos que
la dualidad de la materia impone esta división, la idea es dar un paso más allá
y trascender la materia, dar ese dichoso y famoso salto cuántico. Creerse mejor
persona por enarbolar una teoría en la que nos situamos del lado correcto
sintiendo fervorosamente que existe un lado equivocado que debemos combatir y
aniquilar, en vez de comprender es la mejor manera de terminar pareciéndonos a
eso que repudiamos. La dualidad existe, es inevitable pero cada uno de nosotros
vive en el mundo en el que cree y esa creencia afecta y hasta moldea nuestro mundo circundante. Es
preciso sintonizarse con lo más elevado, ese es el único camino.
Por otra parte la crítica excesiva termina afectando nuestra
vibración y la hace planear bajito. Si
subimos un poco nuestra vibración las leyes de la energía se encargarán de
hacer lo suyo cuando sumemos nuestra cuota para elevar su frecuencia
vibracional. Si existen lados, esos son el de la evolución y el de la
involución. La energía más densa nos arrastrará, siempre va a arrastrarnos si le damos
nuestra fuerza mental, que es su principal alimento.
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