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sábado, 15 de octubre de 2011

LIE TO ME

 



“Lie to me” es una serie norteamericana que se transmite por el canal de cable Fox. El personaje principal es un científico que trabaja como investigador para la policía. ¿Cuál es su método? Muy sencillo: lee los rostros, los cuerpos, los gestos. No presta atención a las palabras porque parte de la premisa siguiente: todas las personas siempre mienten. De modo tal que cuando la policía ha interrogado a los supuestos culpables y tiene dudas sobre su inocencia recurre a este investigador que se vale del video para analizar cada gesto, cada movimiento. En una pantalla gigante reproduce la imagen muchas veces quitándole la voz y congelando la escena. Están categorizados muchísimos gestos: odio, ira reprimida, miedo, ansiedad, etc. Pueden manifestarse con un rictus muy leve en los labios, un movimiento de hombros imperceptible, un ceño fruncido o un llevar las manos hacia atrás o hacia delante.
Lo interesante del procedimiento de este investigador es que también utiliza la mentira y la simulación para poner en evidencia la mentira muy encubierta de los supuestos culpables. A mí esta serie nueva me apasiona porque pone en tela de juicio todo el andamiaje de las palabras que son la base de la cultura occidental. Con las palabras encubrimos y mentimos pero nuestros cuerpos no nos dejan mentir completamente, con lo que se demuestra que la mentira jamás puede abrirse camino ni tener un lugar genuino en el mundo. Resulta más que interesante ver a este hombre mirando fijamente a sus interlocutores o poniendo en evidencia en la calle a personas que simulan situaciones o identidades falsas. Inevitablemente estas historias ficcionales nos hacen volver hacia nosotros mismos y ver hasta qué punto hemos utilizado mecanismos burdos, mecanismos que se nos presentan burdos gracias a que han sido puestos sobre el tapete. Podemos decir que la mentira social o piadosa ha sido aceptada de alguna manera, pero es un error ya que cuando decimos algo que en lo profundo de nosotros sabemos que no es verdad, nos escindimos y eso produce una huella en nuestro cerebro, así retrasamos nuestro camino hacia la búsqueda de esa unidad que ya somos en esencia, pero que aún no se ha manifestado y que se manifestará inevitablemente cuando alcancemos más conciencia, más luz sobre nuestra genuina naturaleza. Mentir aún en un grado ínfimo no es bueno. Los trabajos de evolución de la conciencia promueven que cada día evitemos hasta la más mínima mentira como un ejercicio de revelación. Si ejercitamos un doblez en un plano como este de la tercera dimensión o mundano, estamos haciendo extensiva la energía hacia otros planos, suponemos que sólo hemos creado una falsedad hacia fuera, pero esa falsedad se extiende hacia zonas ocultas de nosotros mismos, del mismo modo que el cuerpo nos delata ese doblez que aparece entre nuestras palabras y nosotros cuando decimos una mentira. La Verdad es la Verdad y necesita de una mente luminosa y un corazón limpio para hacerse presente.

                                                                             IRMA VEROLÍN 

Artículo originalmente publicado el miércoles 19 de agosto de 2009 en http://caminanteazul.blogspot.com/
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Imagen superior izquierda: obra de Kandinsky

CONTRASTE DE PARADIGMAS

 



Recordaba un documental en el que se mostraba a seres de la época de piedra, se veía el choque producido en el contacto entre el llamado hombre Neandertal y el Cromagnon, dos momentos evolutivos diferentes, partes de un mismo proceso, pero uno sobrevive al otro para dar rienda suelta a la cadena que nos trae hasta nosotros. Pensé también en el choque de culturas que se produjo ente Cristóbal Colón con su tripulación y los habitantes originarios de América: estupor, miedo, confusión, dos mundos enfrentados, dos visiones. Dos culturas que se miraban descubriéndose. Sospecho que algo parecido está ocurriendo en la actualidad, aunque ya no en un plano estrictamente cultural. Las personas como nunca antes participan de la desestructuración del modelo patriarcal basado en una autoridad puesta fuera de su persona, al que era preciso obedecer. Esa autoridad podía estar encarnada en la figura de un pater familia, de un líder religioso o de un monarca, por citar algunos ejemplos. El concepto de saber y de poder se ido modificando profundamente en los últimos años, de modo que personas que antes coincidían, hoy se sienten lejanas entre sí. Han cambiado sus paradigmas o sistemas de creencias y como tal sus intereses, su manera de sentir y de ver el mundo. Y debido a que nos acercamos o alejamos de la gente por razones que no conocemos totalmente, de pronto nos entristecemos porque tal amigo ya no está con nosotros, porque aquella o aquel compañero de la escuela se alejó. Lo mismo ocurre con los matrimonios y ni hablar de la relación entre padres e hijos, dado que se producen saltos generacionales cada vez más intensos.
Al ver a una persona captamos su campo vibracional, esto se produce inconscientemente. Sentimos afinidad con nuestras propias vibraciones o desarmonía, luego utilizamos la razón para explicarlo y encontramos sin duda una serie de motivos, pero lo verdaderamente importante es que las creencias del otro marcan el pulso de sus vibraciones que tienen o no la misma longitud de onda que las mías. Tengo la impresión de que estamos viviendo un entrecruzamiento monumental de paradigmas distintos y eso nos crea mucha confusión. Tenemos que tenernos paciencia a nosotros mismos y ser comprensivos con los demás. Estamos todos en un proceso de transformación, los afectos siguen estando, la esencia de la gente no cambia, cambian momentáneamente sus vibraciones buscando elevar su frecuencia. Por eso muchas veces la respuesta frente a esta falta de sincronización es la huida, el desconocimiento del otro, el alejamiento necesario. Se produce como una especie de alelamiento, de sorpresa y no es posible el intercambio, atrás quedaron aquellas discusiones y largas charlas apoyadas en el razonamiento. Quizá como estamos en un período de aprendizaje no logramos sostener por demasiado tiempo una frecuencia más alta y subimos y bajamos, somos como esos niños que comienza a caminar y trastabillan y se caen pero caminarán con fluidez y seguridad en el futuro. Nos parecemos bastante a aquellos seres humanos de la edad de piedra por supuesto, en otro nivel de nuestra evolución. Mirar para atrás en este caso resulta útil: la evolución es una constante, estamos en un estadio sutil de ese proceso evolutivo. Estamos aquí viviéndolo y somos los protagonistas.


                                                              IRMA VEROLÍN

Artículo originalmente publicado en http://caminanteazul.blogspot.com/ 29-8-09
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ALGO MÁS SOBRE EL PERDÓN

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UNA REFLEXIÓN SOBRE LA PAZ

 

Del valor absoluto PAZ se desprende el valor relativo PACIENCIA. La paciencia puede ser definida como la ciencia de la paz. No está muy valorizada aquí en Occidente, el criterio imperante propone avanzar para alcanzar las metas, incluso violentar los ritmos naturales si es preciso. La paciencia necesita de un pacto con distintos niveles de existencia, esta visión egoica que postula avanzar a toda costa y a cualquier precio porque acceder a la meta es lo fundamental, desconoce el subvalor de la paciencia o, en otras palabras, hace caso omiso de él. Como la paciencia necesita que pactemos con todo aquello que nos rodea, con todo aquello que no podemos manejar es imprescindible que establezcamos una profunda conexión con nuestro eje, desde allí la integración de lo diverso será posible y nos adaptaremos a los tiempos que el plan del Universo nos vaya pulsando. Si nos atenemos sólo a los dictados de las urgencias de nuestro ego, no habrá paciencia, habrá violencia, violentaremos los ritmos de todo aquello que nos involucra y nos contiene persiguiendo una meta autoimpuesta. Este es el camino del avasallamiento, de la ceguera, de la ansiedad que conduce a la angustia. Paciencia, por supuesto, está ligada a la humildad y la humildad requiere que trascendamos ese nivel primario del ego. Vibrar desde el ser y no desde la personalidad, esa construcción mundana. El vértigo de pretender alcanzar algo externo en el que hemos depositado toda nuestra idea de identidad sólo conduce al atolondramiento. Paciencia-paz-felicidad van abriendo sendas que se comunican. A veces un poco de silencio alcanza para comenzar a transitar ese camino. El silencio puede encontrarse por ejemplo en dejar de hacer compulsivamente, en no esperar sobresalir por encima de los otros, en resignar una satisfacción inmediata para brindarle una mejoría a la vida de algún otro ser. Paz y silencio: dos cara de una misma moneda.

Publicado originalmente en http://caminanteazul.blogspot.com/ 5-10-09
                                                                                                              IRMA VEROLÍN

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EN LA FILA DEL SUPERMERCADO

 




Como siempre especulé en buscar la fila más corta en las cajas del supermercado. De todos modos estoy convencida de que funciona la ley de Murphy: si abandono una caja, esa seguramente irá más rápido que la nueva escogida. Finalmente me ubiqué en una donde estaba la cajera que ya conocía. Afortunadamente se dio el milagro: para soportar la espera la señora que estaba detrás de mí era tan conversadora como yo. Y nos pusimos a hablar de gatos. Ella tenía tres, yo dos. Comparamos la vida de nuestros gatos, compartimos experiencias, narramos anécdotas, intercambiamos información sobre enfermedades gatunas, remedios y veterinarios. Cuando nos quisimos acordar el tiempo había volado y ya nos tocaba el turno de pagar. Mientras iba sacando la mercadería para que la cajera la chequeara, la señora y yo seguimos hablando de nuestros gatos. La cajera también tenía tres gatos, la charla se puso interesantísima. Cuando estaba por irme, antes de saludar a la cajera y a la señora me di cuenta de cómo los animales nos humanizan, cómo sacamos lo mejor de nosotros al relacionarnos con nuestras mascotas. Si hubiésemos hablado del tema familia seguramente nos hubiésemos sentido en la necesidad de contar alguna que otra inevitable rispidez. Pero en la relación con los animales sacamos lo mejor de nosotros y así, nuestras humanidades se pudieron vincular mejor. Los animales fueron un puente para nuestra humanidad. Di unos pasos para irme y me di cuenta de que me había olvidado de algo. ¿Cómo se llamaban los gatos de la señora y los de la cajera? Nos dijimos los nombres, hicimos comentarios sobre el porqué los escogimos. Sí, faltaban los nombres. Nuestros gatos, merecen ser recordados por sus nombres.


                                                                             IRMA VEROLÍN
Publicado originalmente en http://caminanteazul.blogspot.com/ 3-11-09

Ilustración margen superior derecho: Helga Sermat

FINALIDADES

 


"El fin de la sabiduría es la libertad. El fin de la cultura es la perfección. El fin del conocimiento es el amor. El fin de la educación es el carácter. Todos tenemos el deseo de adquirir estas cuatro cualidades, es decir sabiduría, cultura, conocimiento y educacion, y alcanzar sus fines, o sea libertad, perfección, amor y carácter. Pero los estudiantes se deben dar cuenta de que si estas cualidades no son bien utilizadas, ellos no pueden ser llamados estudiantes. Como estudiantes y futuros ciudadanos de este país, ustedes tienen la responsabilidad de formar el futuro de este país. Pongan sus corazones en el recto camino, escuchando atentamente a las personas de eminencia y experiencia."
Sri Sathya Sai Baba - escrito en la pizarra de Prashanti Nilayam, India - 22 de noviembre de 2009

Publicado originalmente en http://caminanteazul.blogspot.com/ 22-11-09

HAITI: UNA PUERTA HACIA LA EVOLUCIÓN DE LA CONCIENCIA

 



Ya sabíamos que la tierra iba a continuar moviéndose. En las canalizaciones de Kryon a principios de los noventa se anunciaba esta etapa, la tierra no está ajena al cambio de conciencia colectiva de la humanidad. Las distintas frecuencias vibratorias están interrelacionadas, la materia con su vibración lenta es afectada por la energía más etérica de las mentes. Ningún cambio importante en el planeta tierra puede producirse sin movimiento de polaridades. Aún así, las imágenes del dolor humano por lo ocurrido en Haití nos impactan y producen en las personas distintas reacciones: compasión, profunda pena, angustia, miedo, enojo, indignación. Según el nivel de conciencia de quienes perciben esas imágenes, la reacción emocional será de energía más sutil o más densa.
Hay quienes no comprenden la actitud de los haitianos, ya sea por su violencia o por su apatía. Podríamos decir que las dos responden a una historia de coloniaje y dominación, de esclavismo, una vez más nos enfrentamos a la posibilidad de evaluar la conducta de otro semejante según nuestros parámetros de vida o intentamos ponernos en su lugar y contemplar el mundo desde su perspectiva. Todo me lleva a pensar el terremoto no sólo nos mostró el desastre natural sino que colocó en que este primer plano a la sociedad de Haití frente al mundo, quizá porque el mundo necesita aprender también de eso, aprender a mirar desde una aceptación de la diversidad, aprender a mirar sin desconsiderar la situación histórica de un país que fue reducido por los países dominantes a la condición de servidumbre. La pobreza extrema traslada de generación en generación produce anestesia en el carácter, abulia o una ira contenida que estalla violentamente. Eso ocurrió con nuestros indios guaraníes en América del Sur, por sólo citar a un grupo de los habitantes originarios. Haití no nos es ajeno, es una parte nuestra, una parte de una humanidad que ha sostenido la desigualdad en el planeta con un sistema económico que derrocha por un lado y priva hasta el hambre por el otro. El desastre natural puso al desnudo lo no natural de una sociedad producto del esclavismo. Y lo irónico es que el estado en que se encuentra Puerto Príncipe es semejante a una imagen de ciudad bombardeada, algo muy parecido a la Europa de 1945. ¿Podremos alguna vez como especie humana darnos cuenta de que la guerra es una atrocidad? Esta vez no fueron las bombas humanas y nos aterramos más, pero vivimos viendo imágenes de guerra con cierta naturalidad. Sospecho que la cultura occidental logró que nos familiarizáramos con la guerra y a la cultura la hacemos todos. Haití nos está mostrando muchas cosas que aún necesitamos cambiar dentro de nosotros mismos hacia nosotros mismos, hacia el semejante que tenemos cerca. El uso y el abuso del ser humano convertido en cosa no se da sólo en la guerra y en grandes catástrofes, ocurre a diario en la calle, en la oficina, dentro de las familias, aún no hemos aprendido a respetarnos, a valorarnos, a valorar la vida que tenemos, esto que observamos a través de una pantalla lleva al extremo algo que también está presente en nuestra vida cotidiana y con lo que nos hemos familiarizado también, lo mismo que con las imágenes de guerra. De algún modo hemos naturalizado lo antinatural: la violencia. Solemos tratarnos mal a nosotros mismos creando violencia interna a través de adicciones, mala alimentación, malos pensamientos, violencia que luego hacemos extensiva a otro ser humano, a los niños, a los ancianos, al planeta. Es muy doloroso lo que pasa en Haití, intolerable, pero aunque magnificado nos invita a mirarnos por dentro, aún necesitamos pulir muchas aristas para que el mundo exprese una mayor armonía, esa armonía que está presente en la naturaleza cuando los humanos no interferimos con nuestro accionar. Sin embargo, en medio de este horror, está lo otro: el servicio desinteresado de socorristas, de médicos, de enfermeras, de militares y civiles, más allá de los intereses políticos. Algunos nos enteramos de que la población de Haití está mayormente constituida por niños y jóvenes debido a que la pobreza ha hecho que la expectativa de vida ronde por los cincuenta años. Así que los sobrevivientes son niños y bebés que dan vueltas sin encontrar seres que los protejan ni les den comida. Esto también es un peligro y una invitación para los comerciantes de la trata de personas. Pero hubo algo en medio de todo esto que echó una lucecita. La frontera con República Dominicana es zona caliente, los haitianos tratan de salir de un lugar donde no hay forma de subsistencia ni agua ni techo, pero también desde República Dominicana se registró un contingente de mujeres jóvenes que tienen hijos y que amamantan y ellas hicieron el viaje desde su país hacia Puerto Príncipe, como un servicio: fueron a alimentar con su leche materna a algunos de esos chicos que quedaron sin madre. Este episodio es ya una historia conmovedora y que merece ser rescatada en medio del horror, lo merece igual que esos cuerpos echados sobre el piso, tan parecidos a los que la Madre Teresa levantó de las calles de Calcuta. Esas madres amamantadoras son madres anónimas, son partecitas de la Madre Teresa en un mundo que pide a gritos ser rescatado de su oscuridad.

                                                                      IRMA VEROLÍN 

Publicado originalmente en http://caminanteazul.blogspot.com/ 24-1-10

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