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lunes, 23 de abril de 2012

UNA BREVE EXPERIENCIA NUTRICIONAL

                                               "Energías elementales"- obra de Silvia Viktorin


 Resulta significativo que Gandhi le haya dedicado tantas páginas  a su relación con la comida en su libro autobiográfico que él tituló “Mis experimentos  en la búsqueda de la verdad”, ya que la biografía le parecía demasiado centrada en la figura de la personalidad. La obstinación de Gandhi de  negarse a beber leche  aún cuando su vida estaba en peligro debido al exceso de ayuno, puede ser incomprendida sino no nos atenemos al concepto de dharma en la cultura hindú, obedece en principio a un orden moral, la vaca es el símbolo del abuso del ser humano sobre los otros reinos, en este sentido lo nutricional es también moral en tanto afecta nuestra evolución espiritual. Cuenta Gandhi que cuando concertó matrimonio para su hija lo primero que hizo fue ir a la casa de los suegros a ver la cocina, quiso conocer el espacio donde ella iba a estar mayor tiempo. La comida es fundamental, nos conecta con la tierra, aporta el tipo o calidad de energía con el que entre otras cosas elaboraremos la calidad de nuestros pensamientos. En los antiguos monasterios era el cocinero una de las figuras más importantes y sabemos que muchos maestros hindúes no comen fuera de su casa,  debido a que  las vibraciones de la persona que cocina impregna los alimentos. Ahora bien, pareciera que nosotros, me refiero a quienes comenzamos desde hace años una tarea consciente de evolución basada en el autoconocimiento, le fuimos dando alguna prioridad al tema  nutricional. Muchos dejamos de comer carne, evitamos los azúcares refinados y las harinas blancas,  luego con el tiempo  fuimos teniendo la impresión de que no ha sido suficiente. Suprimir sin mejorar la calidad ni elevar nuestra conciencia ateniéndonos a todos los planos de nuestra vida no alcanza.  Claro que ha habido grupos que le dieron una excesiva importancia a la comida reduciendo todo el trabajo de autoconocimiento y evolución al acto de elegir el alimento y a la forma de comerlo. Eso tampoco ha llevado a buen puerto porque se convirtió en una suerte de fundamentalismo alimenticio que condenaba a quienes no tenían la misma conducta. Y el fundamentalismo, ya lo sabemos, es quedarse anclado en unos de los polos, de modo que supone sostener la dualidad, y al dualidad lleva a la violencia, a la guerra. No se trata de eso. Lo que sí he observado es que  unas cuantas personas que conozco que están en un momento evolutivo de compromiso comienzan a tener enfermedades que la llevan a modificar drásticamente su alimentación.  Sospecho hemos llegado un punto clave en el que es preciso sutilizar nuestro cuerpo físico para seguir avanzando. Y no se trata de comer o no comer carne, de ser begano o macrobiótico, se trata de reconocernos también como parte de la tierra y de integrar nuestro cuerpo al proceso de ascensión.
  Yo, hace un tiempito, comencé dejando la excesiva cantidad de lácteos que devoraba y no me resultó fácil. Pero luego descubrí que haber dejado esa compulsión respondía a algo más visceral y no sólo a un hábito incorporado en una familia italiana en la que “il formaggio dopo il pranzo” era parte del menú., sino a una densidad de los derivados de la leche que me remitían a mi familia de distintos modos. Así comprendí que podía vivir sin yogures diarios y fue revelador. Ahora, hace muy poco comencé a comprar verduras y frutas sin agroquímicos o las llamadas “orgánicas” y ya estoy experimentando los beneficios.  A ver, ante todo me sorprendo que me rinda más, considerando que son un poco más caras, al final me sale más barato. Y ¿por qué rinden más? Porque como menos. ¿Y por qué como menos? Porque  mi organismo, cada una de mis células percibe su alto valor nutricional y no pide más. Recordemos que una de las causas fundamentales sino la principal de la gordura en el mundo es que la gente come y come buscando una nutrición que el alimento no brinda porque es transgénico o porque ha perdido por exceso de químicos su valor, lo que  lleva a  personas a buscar en cantidad lo que no obtienen en calidad. Esto es lo que he notado en primera instancia, de más está decir que al no absorber químicos que están en la tierra y que fueron puestos para matar insectos y por lo tanto son sumamente tóxicos, mi organismo trabaja menos para defenderse de eso y ya siento más energía y mis antes pesadas digestiones se han aligerado. Sé que esto me traerá más alegría, al desprender de la densidad de los tóxicos que el organismo humano al igual que el tabaco no sabe cómo procesar, la tendencia natural de las células que buscan la expansión (expansión es amor y por lo tanto alegría) podrán darle rienda suelta a su natural movimiento. Posiblemente al alimentar nuestro cuerpo más denso, el físico, hemos cometido el mismo error, como sociedad quiero decir, que es ir a buscar en el sitio equivocado. Así como las personas han pretendido encontrar la felicidad en el placer de la posesión se objetos externos, en la acumulación de bienes o el consumismo,  de la figuración social o falta identificación son el ser externo, digamos que perdiendo la esencia y la conexión con lo interno, así  ha sido nuestra forma de alimentarnos,  burda,  carente de sutileza.  Cada día más sabemos que nuestra salud depende de nuestro modo de comer y del equilibrio y calidad de nuestros alimentos. Qué interesante camino se nos está abriendo ahora con la información al alcance de nuestra, lejos de las farmacias, de los hospitales y más cerca de la vida luminosa.

                                                               

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