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domingo, 5 de mayo de 2013

EL ANTIGUO MODELO DE VICTIMIZACIÓN Y CULPA


       


  Cuando hablo del modelo de victimización y culpa no me refiero a la clásica situación en la que una persona le dice a otra que le arruinó la vida o le hizo mal, al mejor estilo del tango ciudadano. Eso lo conocemos y es yo diría un paso más allá de algo que está más acá: Todo lo que nos ocurre es una extensión de nuestra interioridad, o lo que es lo mismo: el afuera es el adentro expandido. Escucho con frecuencia ciertas frases que tienen un dejo de lamento como “no me invitaron aquí o a allá” “Yo esperaba que los hechos fuesen diferentes” “¡Quién iba a decirme que yo tendría que vivir semejante situación espantosa!  y cosas así.  Sencillamente no nos estamos haciendo responsables de nuestra vida y de alguna manera nos victimizamos pero ya no frente a un otro de carne y hueso sino frente al Universo, las circunstancias, la vida o lo que fuere. Concebimos el suceder del mundo como el efecto de algo externo a nosotros y no como la manifestación de lo que somos. Del mismo modo en que los chinos afirman que nuestra casa en sentido arquitectónico es nuestra segunda piel, el mundo es nuestra extensión, la extensión de nuestros pensamientos. Podríamos decir en este sentido que el mundo es una pantalla donde se reflejan nuestras emociones. Si nos detenemos a mirarnos por dentro y dejamos un poco de manifestar deseos que es en realidad el movimiento opuesto a la auto indagación, notaremos que nada es fortuito que todo es causal, que se está produciendo continuamente una sincronicidad de la que somos autores. No sólo nadie nos hace nada que nosotros no hayamos propiciado antes con nuestros anhelos, ilusiones rotas, programaciones de vidas anteriores o fortalecimiento de un paradigma personal sino que estamos invitando a los demás seres y al Universo todo a que responda a esa configuración que parte de nosotros mismos como un centro de gravedad en el cual orbita el llamado mundo. Por eso no hay separación entre el mundo y nosotros, todo es continuidad, todo es relacional. Y entonces a qué o a quién le vamos a reclamar una conducta o una consecuencia diferente a la plasmada. Hasta las características del amigo que atraigo a mi vida es una parte de lo que yo soy, a veces por oposición extrema lo que está hablando de mi necesidad de equilibrar las polaridades, ni hablar de la pareja que es mi sombra en sentido junguiano.
    No es extraño que sigan apareciendo líderes negativos, carismáticos pero devoradores de la energía ajena que nos prometen salvaciones porque esto responde al mismo esquema del modelo de victimización y culpa que suele ir más allá y hacer responsables a nuestros padres. Nada de eso es verdad. Si el Universo tiene un propósito y un plan, nosotros también traemos un camino a transitar donde nuestros padres y las circunstancias son actores que nos permiten llevarlo a cabo. La idea del líder que viene a salvarnos es la contrapartida necesaria de  ese concepto de que algo o alguien nos perjudica fuera de nuestra voluntad y decisión personales. El poder está dentro de nosotros, dice Louise Hay, pero no en la forma de un modelo patriarcal que se impone al afuera porque adentro y afuera son, como bien sabemos, una continuidad. Esto ya está avalado por la ciencia desde la física cuántica. Cuando descubrimos hasta qué punto todo lo que nos ocurre en la vida es una materialización de nuestro ser interno, de la fuerza de nuestras creencias y pensamientos a lo mejor comenzamos a ser libres por primera vez.

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