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miércoles, 2 de octubre de 2013

REIKI


                                            

   De algún modo siento que el Reiki es un camino de regreso. De regreso a aquella forma de vida que involucraba otros planos integrándolos a nuestro quehacer cotidiano. El Reiki retoma corrientes chamánicas japonesas que se vinculan a las antiguas prácticas de las llamadas brujas medievales que en Occidente conocían los secretos para curar y restituir el equilibrio con yuyos, piedras, oraciones, símbolos, danzas, las que fueron quemadas en la hoguera por la Inquisición. La misma corriente chamánica de nuestros pueblos originarios aquí en América. Resulta interesante que el origen del Reiki se mezcle con la leyenda cuando ocurrió no hace mucho, ya que ni siquiera ocurrió hace más de  cien años  la mítica escena de Micao Usui en el monte Kurama donde  pasa sus gloriosos veintiún días y recibe los símbolos que son la base de esta práctica. Y precisamente porque contiene tanta caudal transformador que esto ocurrió y no porque  la señora Hawayo Takata haya querido ocultar, inventar o encubrir  puesto que todo nos ha llegado a través de ella que fue quien trajo el Reiki a Occidente en vísperas de la segunda guerra mundial.
   Es bastante significativo que ahora que el Reiki se ha extendido globalmente ayudando a muchas personas a descubrir la existencia de los planos sutiles operando en este mundo tridimensional, siendo ni más ni menos que la matriz de la materia del mismo modo que el cuerpo sutil humano es la matriz del cuerpo físico y por lo tanto es donde se forja primero lo que luego se manifestará materialmente, digo ahora que este saber se está extiendo en forma práctica ayudando a tanta gente a expandir su conciencia, surjan personas que lo cuestionen, que digan que está perimido, que hay otras prácticas más rápidas etc., etc., etc.  No todo lo rápido es mejor y el tiempo que ofrece el Reiki permite un estado de meditación compartida por quien canaliza y quien recibe. Me pregunto por qué una cosa tiene que anular la otra. Y enseguida me surge como respuesta que este es un mecanismo del viejo paradigma que por ser verticalista planteaba que era una cosa o la otra, no permitía la convivencia de lo diverso. El nuevo paradigma se apoya en la consigna opuesta: Es esto más esto más esto otro y no esto en vez de aquello otro. Al menos a mí en el caso del Reiki me ocurre que habiendo alcanzado también la maestría de Magnified Healing como la del Reiki, no excluyo al Reiki en mi práctica sino que empleo una u otra técnica según las circunstancias. Me da la impresión de que aún no hemos abandonado el viejo concepto de la guerra tan típico de la era pisciana. Siempre se trata de batallar, de imponer una cosa sobre otra, la guerra ha sido el sostén del viejo sistema, una guerra no sólo expresada en los campos de batalla concretos sino en la cotidianeidad de las relaciones humanas en el trabajo, en el hogar, en las conciencias. Me salta una frase del Curso de milagros: “Todo lo que no es paz es ego”. Detrás de la impugnación tajante, taxativa a una técnica está el ego que recorta, que limita, que enfrenta. La verdad siempre se encuentra en la experiencia. Y la experiencia a mí me ha indicado y me sigue indicando que con un Reiki bien hecho, al que le agregué gemoterapia, la persona que recibe la energía Reiki puede cortar lazos, tener una apertura espiritual, disolver sombras y canalizar información que el practicante de Reiki percibe en el mismo instante demostrando así que no existe separación, que todos somos uno. Estamos comenzando este siglo XXI que se caracteriza por abrir el canal que permite que lo diferente conviva con lo diferente para que la experiencia de unidad sea un hecho irrefutable. El Reiki es una herramienta estupenda que se enriquece día a día conectándonos con el pasado y el futuro al mismo tiempo de maneras insospechadas.


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