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martes, 30 de diciembre de 2014

LOS 13 CONSEJOS DEL DR. HAMER

1- No dejarse ganar por el pánico
El entrar en pánico hará que la central de comandos ejecute un programa, y establecerá el programa donde deba. En ese momento, la persona pierde la conexión funcional coherente del cerebro. Muy a menudo, la gente muere en pánico. La persona no debiera entrar nunca en pánico ni hacer entrar en pánico a los demás. Hay que tener un enorme cuidado con el entorno y especialmente con quien recibe de nosotros. ¡AMENSE! Ámense ustedes mismos y también ámense entre ustedes. AMARSE tiene un doble sentido de gran valor terapéutico. Si uno se ama a sí mismo, primero, no hará ningún conflicto consigo mismo, ni de desvalorización, ni de culpabilidad. Si se ama a los demás entonces no hará ningún conflicto con los demás.
NO ENTRAR EN PANICO significa que el enfermo nunca debe asustarse y QUE LOS TERAPEUTAS JAMAS deben asustar al enfermo. De lo contrario, hasta un resfrío se vuelve incurable, ya que provocará una generalización. Entrar en pánico es comprarse un boleto de ida.

Por ejemplo: decirle a una madre en tono lo-siento-mucho-señora-mi-más-sentido-pésame-lamentablemente-tengo-malas-noticias, que su hijito tiene leucemia es un asesinato. ¡Porque la leucemia no es una enfermedad! ¡Es el primero de cinco pasos biológicos naturales de regeneración de la sangre después de un conflicto cuya respuesta biológica fue una anemia!

2- Soportar la vagotonía
Alrededor de las 22 hs se desencadena normalmente el impulso máximo de la vagotonía. El nervio vago es el más poderoso nervio del organismo: no hay manera de vencer al sueño. Ese es nuestro ritmo ancestral: el hombre es un animal diurno, en su código biológico de comportamiento antiguo de cuatro millones de años, está grabado que debe cazar, recoger frutos, actuar de día y reposar de noche. Es durante la noche que todo está automatizado para que el organismo concentre su trabajo en el tubo digestivo.
Tenemos menos actividad cerebral, cardíaca, respiratoria. Es normalmente por la noche que toda enfermedad se hará más insoportable porque es durante esa vagotonía el cerebro repara mejor y puede haber más edemas. Se puede hacer algo para reducir esos edemas para que sea mas soportable pero sólo reducirlos porque si se impide que actúen, nunca se logrará la reparación, puesto que los elementos re-constitutivos no llegarán a reparar.

Si la vagotonía es muy fuerte, la cabeza puede sentirse caliente al punto tal que uno puede ducharse la cabeza y tener los cabellos prácticamente secos sin necesidad de usar el secador, simplemente por la termogénesis de conductibilidad. Esto sucede cuando la cabeza está “aplastada” por edemas biológicos: en ese momento, HAY QUE AYUDAR.



3- Todas las noches, hacer el balance diario

Hay que saber si no se ha “trabajado” demasiado durante el día. Si es así, reposo obligatorio el día siguiente (para las enfermedades importantes como el cáncer, fibromialgia, artritis, etc…). El enfermo debe curarse. Puede hacer muchas cosas, pero debe ocuparse de su enfermedad por encima de todas las cosas. No debe esperar QUE ALGUIEN O ALGO LO CURE, hay que motivarlo.

Hay un doble mensaje en esto. Debe ocuparse de sí-mismo, que haga un repaso de su jornada en su cabeza, interesarse en la vida, que tome notas, que haga ese balance. Si hizo demasiado, debe reposar al día siguiente porque de lo contrario entra demasiado en estrés, en actividad, con lo que el cerebro vuelve a la simpaticotonía deteniendo la vagotonía. Allí se detiene la curación.



4- Todas las mañanas tomar un lápiz y planificar su día

Hay que respetar el plan y prever al menos 6 horas de reposo además de la noche. Estas son las reglas para los grandes enfermos y tienen que luchar contra sus angustias. El que está en silla de ruedas querrá siempre asistir a muchas reuniones para demostrar y demostrarse que puede hacer lo que todo el mundo. ES UNA REACCION DE ESCAPE, es un juego perverso. HAY QUE CONCENTRARSE EN SU CURACION porque ésta es posible. Hay que evitar entrar en el estrés de la acción.
Con 6 horas de reposo, además de la noche, tenemos suficiente vagotonía. El cerebro tiene una fuerza extraordinaria para curarnos a pesar de todo lo que hacemos contra eso (entre los miedos, las peleas, los mensajes deprimentes o terribles que recibimos durante el día y a causa de las acciones).
5- Hacer siempre lo absolutamente necesario primero
Si eso sobrepasa 3 horas de esfuerzo físico o psicológico, hay que detener lo superfluo y descansar, con el corazón alegre porque estamos haciendo lo que corresponde para curarnos, y no lo contrario. La mayor parte de la gente se deprime, se desmoraliza, tienen miedo de descansar: tienen el ESTRÉS DE SU PROBLEMA, DE SU DECREPITUD Y ESE ES UN CONFLICTO SECUNDARIO MUY FUERTE. “YA NO PUEDO HACER NADA, NO SIRVO”.
Hacer lo absolutamente necesario primero va a permitir a la persona probarse que existe todavía, pero hay que cronometrar el tiempo. La persona enferma quiere demostrar que puede hacer, pero si pasa 3 horas físicas o psicológicas, debe detenerse. Lo mejor es leer lectura liviana, divertida, ver películas divertidas y pueden verla cuantas veces quieran si las alquilan. Es la terapia por la risa, puesto que si se detiene en los noticieros, con guerras, accidentes, o películas de muerte, de violencia, inconscientemente se sobre-estresa con imágenes liminales y subliminales.

DURANTE LA RECUPERACION , ME OCUPO DE MI, ME AMO, ME CUIDO, ME MIMO. ES VITAL. ES LA MANERA DE CURARSE. No alcanza con decodificar y aceptar (a veces sí) sino que hay que respetar la reparación también.

6- Rechazar todo enfrentamiento
Recriminar, discutir con su entorno es uno de los mayores dramas que garantizan la recaída o la imposibilidad de curarse. “Necesito de ustedes, de su ayuda y no de su oposición permanente”. Porque uno sustrae calorías y fuerzas de las que necesita el cerebro para reparar y al monopolizar la energía para combatir generalmente el enfermo está expuesto al juicio de quienes lo rodean, y estos no saben nada, solo hablan por hablar y el enfermo no zafa, no sale del estrés.

Aquí reproduzco una frase que Claude Sabbah atribuye a su abuelo: “Si la gente que no tiene nada que decir se callara, habría un gran silencio en la superficie de la Tierra. Son siempre los que no saben nada los que cacarean”.
Acá estamos hablando de una elevación en el nivel de la conciencia humana.



7- Privilegiar el reposo nocturno

El ser humano es un ser diurno. Todos sus ritmos biológicos básicos están programados sobre la base del ritmo solar. Por supuesto, puesto que la noche para el enfermo es normalmente el momento de mayor dolor, y en algunos casos con la angustia inconsciente de “¿Despertaré o moriré?”, es bastante difícil mantener esos ritmos. Hay que desdramatizar eso. Además, puesto que no han hecho demasiado durante el día, no están lo suficientemente cansados para dormir bien de noche.

Entonces, no hay que dudar en modificar el horario de sueño. Debe privilegiarse el reposo nocturno en la medida de lo posible pero, si eso no es fácil, no hay que dudar en quedarse despierto hasta las 2 ó 3 de la mañana, mirando documentales, tomando uno que otro café (el café también reduce el edema cerebral). De ese modo, el enfermo sabe que por un buen rato no pueden dormir entonces aguantan hasta donde pueden: cuando pasan el período habitual de gran vagotonía, y después de haberse dado el gusto de trasnochar leyendo, escribiendo, pensando sanamente, positivamente, sin estrés…allí se van a dormir y se levantan al mediodía. Después, a medida que mejoran, vuelven paulatinamente, una hora por día, a su horario normal.



8- Comer sanamente y liviano

Ensaladas, frutas, cosas crudas, o cocinadas a la parrilla, para que sea fácilmente asimilable. Si come mucho, digerir le consumirá muchas calorías y es mejor guardar lo más posible para la curación.
A EVITAR ABSOLUTAMENTE: EL ALCOHOL EN VAGOTONIA.


9- Sanarse normalmente si aparece el dolor.

Puede tomar remedios alopáticos y homeopáticos como es de costumbre, eso no pondrá la curación en peligro.

10- Esperar pacientemente la verdadera mejoría
Si uno no se deja asustar por los pequeños o grandes inconvenientes de la reparación y espera tomando el mejor reposo posible, la mejoría va a llegar. Si se pasó el punto culminante de la fase de reparación, la persona tendrá tantos edemas que puede haber manifestaciones molestas, como dolores, vértigos, fiebre si los edemas están en el tronco cerebral, malestares. Esto NO DEBE ASUSTAR A LA PERSONA : no se trata de cosas graves sino de esfuerzo de reparación. Hay que esperar pacientemente sin poner en marcha la idea de “estar sonado” sino no hay cura.

Es el principio de la persona que tiene edemas en sus fibras y que con ello se agrava durante un tiempo su dificultad motriz en una esclerosis múltiple, por ejemplo. Debido a nuestra cultura ancestral basada en la apariencia de las enfermedades, esto nos lleva a tener pánico, ir al hospital urgente, perfusión de corticoides en grandes cantidades, lo que cambia a la persona porque bombea todos los edemas y deja de doler…pero no está curada y el proceso va a comenzar quizás con más violencia.

11- Jamás permanecer mucho al sol o con la cabeza cerca de una fuente de calor
El calor multiplica por cuatro el tamaño del edema cerebral. En ese momento, se ejerce una enorme presión y se corre el riesgo de una crisis de epilepsia fuerte. En general, se recomienda al gran enfermo de evitar ponerse al sol durante un año, incluso en el mar. Puede estar bajo la sombrilla, bañarse pero hasta ahí nomás.

Si la cabeza está cerca de una fuente de calor, lo mismo. CONVIENE PONER HIELO SOBRE LA CABEZA.

El Dr. Hamer menciona un caso típico: el hombre de negocios que tiene serios inconvenientes porque su empresa está muy mal en diciembre. En enero, su esposa e hijos se van de vacaciones al mar por un mes. El 15 de enero, el hombre soluciona su problema y salva su empresa. Va a reunirse con su familia a la playa y se pone a tomar sol: lo que él no sabe todavía es que acaba de salir de un conflicto psicológico de pérdida de territorio. Por supuesto, como ninguno de nosotros de hecho, no hace la relación entre el dolor de cabeza, su conflicto y el sol que le está agigantando los edemas. Tiene su crisis en la playa misma y sale de allí en ambulancia.


12- Si el problema es muy importante, helar las partes dolorosas y la cabeza



Si duele el hígado por ejemplo, hay que poner hielo sobre el hígado y también en el lugar del control neuronal del hígado en la cabeza, es decir sobre el tronco cerebral, debajo de la nuca, en la parte superior del cuello.
Si el frío no calma el dolor en el órgano, entonces hay que poner calor sobre el órgano, PERO 
SOBRE LA CABEZA SIEMPRE FRIO, SIN EXCEPCION.
Se recomienda comprar esos “cold hot pack” y tener siempre 4 a mano: 2 en el congelador, 2 sobre la persona, que hay que cambiar a cada hora. Si es muy violento, poner hielo en ambos lugares y hacerse un baño de pies caliente, la diferencia de temperatura va a hacer que el líquido circule de manera mecánica y por lo tanto reducirá un poco el edema.

13- Nunca calmar demasiado los síntomas


Se pueden tomar analgésicos o anti-inflamatorios para hacer soportables los síntomas. Los síntomas se detendrán por sí solos cuando la central de comandos lo decida. Mientras haya síntoma, es que es necesario que esté. Es de capital importancia.
Por ejemplo si usted se clavó un vidrio en el pie, le dolerá mientras cicatrice y estará sensible, pero justamente es para que no agrave la herida (si no le doliera seguiría caminando sin cuidar la herida y no permitiría que se cure: esa es la función del dolor).
No hay que olvidar nunca que el cerebro no se equivoca JAMAS. Si hay dolor es porque el cerebro dice: “A reposar”. Hay que respetar esa inteligencia innata que nos ha permitido sobrevivir desde hace tantos millones de años.



El Doctor  Ryke Geerd Hamer es el creador de la denominada Nueva Medicina germánica, aporte fundamental en la medicina cuerpo mente.
La información del presente artículo fue tomada del post de Teresa - Educación de Alta conciencia.
Publicado por Teresa el diciembre 26, 2014 a las 9:03pm en Salud y Nutrición

lunes, 18 de agosto de 2014

MORIR DE CÁNCER

  
             


                                 
  Todo ocurrió demasiado rápido como si ese ritmo tuviera también un sentido además del prodigioso sentido básico que tenía lo que estaba sucediendo: mi tío enfermó de pronto y  de entrada se supo que lo suyo no tenía remedio. Lo majestuoso es que él también lo supo de inmediato y no pasó por ninguno de los estadios con que se suelen preambular esta clase de pasajes, no hubo ni negación ni ira,  su actitud fue de pura aceptación desde el principio. Lo único que dijo cuando supo que tenía cáncer fue: Sólo quiero que me quiten este espantoso dolor.
   El engranaje de los paliativos se puso en marcha y la familia contempló el traslado de ese cuerpo dolorido que apenas se podía mover, el cuerpo de un hombre fuerte que hacía días atrás había abonado  sus clases de gimnasia entusiastamente hasta fin de año. Eran los principios del invierno, mala fecha para un enfermo terminal, el invierno apura los procesos y  el ritmo de la enfermedad se  vuelve más veloz. Esa velocidad de los acontecimientos nos hizo sentir a todos en la familia que la vida es lo que es: impermanencia, fugacidad. Pero para el enfermo que sabía que lo que le esperaba era pura despedida, el proceso se volvió deslumbrante. Deslumbrante y doloroso.
   Mi tío  había sido siempre una persona de una gran calidad humana pero, como la mayoría de  cada uno de nosotros, aprendía por vivencia y por error. Actor, con una inmensa inteligencia emocional,  muy intuitivo, quizá vivió demasiado absorbido por lo cotidiano, por los mandatos familiares, por esas obligaciones autoimpuestas, por los roles fijos dentro de un sistema aprendido antes de la década del cuarenta.
   La enfermedad  instalada en el seno de la familia hizo que los días se volvieran vertigionosos y  mi tío empezó a mirar el escenario que lo rodeaba de otra manera. Uno de los primeros cambios fue su sentido de la aprobación. A  cada hecho que ocurría le encontraba un propósito y lo expresaba. Otra,  la recurrencia de su sentido del humor, algo que le era muy propio pero que en las circunstancias de ese momento podían considerarse morboso. Y no resultaba así. Luego fue fácil notar que recapitulaba su vida echando luz a sus últimos años. Después comenzó a reubicar a cada miembro de la familia con nuevos sentimientos dentro de sí mismo. Mis diálogos con él se volvieron tan profundos que a veces yo sentía que estaban  cayendo tabiques y tabiques y que quién sabe a dónde íbamos a llegar. Con uno de sus nietos los diálogos alcanzaron ribetes sorprendentes, parecía que mi tío  lograba ver el futuro lejano de su propio nieto. Le daba consejos sobre sus actitudes, le advertía sobre riesgos que podía ocasionarle responder equivocadamente. Su conciencia estaba dando saltos evolutivos muy rápidos. Siempre tendido en una cama sin poder moverse,  lloraba suavemente con frecuencia y decía que eso era bueno para él, que mostrar lo que sentía era muy bueno. Comenzó un  camino de validación de su propia vida mientras se despedía de nosotros con profunda calma. En un determinado momento noté que su sistema de valores mostraba mayor compromiso, mayor compromiso con una visión que él antes no había considerado. Se volvió espiritual en un sentido laico.  Como estaba dando saltos hacia arriba en la evolución de su conciencia, sus apreciaciones eran cada vez más luminosas. Así fue que nuestros diálogos  se convirtieron en una mutua afirmación sobre el sentido de la vida. Noté lo que había visto en mi abuela, su madre, que murió con cien años un poco antes: la capacidad de ver el mundo desde afuera poniendo de relieve su falsedad, sus jerarquías absurdas, sus caminos de desvíos hacia el centro del ser. Y lo interesante es que mi tío no había sido un hombre religioso, todo lo contrario. Sí, una persona ética. Recordé lo que una vez una profesora de yoga me respondió cuando le pregunté por qué ciertos maestros hindúes, con  un innegable alto nivel evolutivo morían de cáncer. Me dijo que el cáncer tiene la capacidad de borrar la memoria celular y ciertos maestros eligen esa forma de morir para terminar de limpiar sus memorias y evolucionar más rápido. Ese era el trayecto que estaba realizando mi tío y lo estábamos viendo en primer plano. Lo que ocurría en cada uno de nosotros es otra historia, más larga que merece otro momento para desplegarse. Lo que mi tío estaba haciendo era aprovechar la oportunidad de morir con dignidad y no desperdiciar el desafío de comprender que la muerte es parte de la vida, aunque él no creyera como yo sí creo que existe otro lado y un continuar el camino bajo otras formas. Recuerdo que una tarde me contó sobre la visita de su amigo budista, otro actor que vino a acompañarlo. Me dijo:
     -Él me enseñó que hablara, que hablara con eso que me está pasando, que algo o alguien me iba a contestar.
    - ¿Lo hiciste?- le pregunté.

   Y, con los ojos llenos de lágrimas, mi tío me miró y me dijo que sí, moviendo fuerte la cabeza. Inesperadamente se me presentó  una imagen de cuando era chica,  de aquella larga época en la que él vivía en la casa grande con nosotros y yo lo descubría inesperadamente hablando solo por allí, entonces le preguntaba con quién estaba hablando. Él siempre me respondía que repasaba la letra de alguna obra de teatro que estaba por estrenar. Para mí había sido un hombre que dialogaba con fantasmas, un hombre solo en conflicto con las palabras. Ahora, que soy una mujer mayor,  comprendí que estos diálogos estaban relacionados con estos otros, los finales.  Él se había preparado cada día para este desenlace sin sospecharlo. La vida y el arte se  mezclaban una vez más  de una forma impredecible. La muerte es uno de esos lugares donde todos nos podemos llegar a encontrar de la mejor manera.

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sábado, 25 de enero de 2014

DE LA UNIDAD A LA COMPRENSIÓN

       
                 


 Sólo comprendiendo el sentido de unidad de todo lo  que existe, podremos entender que el Universo tiene un propósito y que por correlación inevitable nuestra propia vida está cargada de sentido.  ¿Por qué una cosa no puede ser separada de la otra? Por una concepción patriarcal, exteriorista, prevalece la idea de que todo viene de afuera como la orden caprichosa de un jefe o de un dios autoritario. El modelo de pensamiento se ha basado justamente en esta premisa: el esquema exterior o ajeno nos moldea. Y eso parecía provenir de una voluntad voluble. Pero cada uno de los hechos que experimentamos proviene del peso de gravedad de nuestro  propio centro que se materializa en un afuera. La ley de correspondencia entre el afuera y el adentro, entre el arriba y el abajo no puede operar si no existe primero un principio de unidad aglutinante que impone su ley. Por eso para comprender el sentido de nuestra vida y las profundas motivaciones de lo que nos sucede, es imprescindible que experimentemos ese sentido de unidad, de lo contrario podemos caer en un sentimiento de autocompasión o de resentimiento o de enojo que es el germen de la mayor parte de las energías negativas que producen nuestras emociones y que parte de una reacción a lo que sucede, de una no aceptación.  Y no aceptamos cuando no comprendemos. Como probablemente el sentido de unidad no puede ser percibido cotidianamente en un mundo que tiende a separar, a oponer, a dividir, es necesaria la experiencia espiritual que viene de la práctica. La práctica de una disciplina espiritual es el camino, no vislumbro otro por el momento, salvo el de la gracia que no es muy frecuente. La meditación, el empleo del cuerpo en sus variadísimas posibilidades como búsqueda de equilibrio, la contemplación de la naturaleza, el canto, la música, el desarrollo de una disciplina artística, la lectura o el conocimiento de un pensamiento totalizador o abarcativo pero no desde una modalidad mental o racional sino sensible, los sistemas variados de imposición de manos, la plegaria, en fin,  la clave es detener el mundo para conectarnos con ese otro plano es la forma que hoy por hoy se nos ofrece. La práctica debe ser constante aunque se nos presente repetitiva, no existe la monotonía ni la repetición si no dejamos que la mente tome el control. Todo es nuevo a cada instante. A mayor experiencia de la unidad, mayor la distancia que nos separa de la violencia en todas sus manifestaciones porque el hilo que une cada una de las cosas que nos habitan y habitamos muestra su trayectoria y nos señala responsables, autores únicos de nuestra vida.  Si experimentamos la unidad no hay contra qué ni quién enojarse. Y sin el principio del enojo que es como una semillita no habrá resentimiento ni odio ni fastidio ni ofensa ni envidia. Para poder brillar deben acompañarnos con sus brillos los demás, una lucecita ardiendo en medio de una inmensa oscuridad tarde o temprano se debilita. Todo está conectado y para que funcione hay leyes que lo sostienen en sus delicadísimas  conexiones, comprender esas leyes es experimentar la unidad y experimentar es saber que somos seres trascendentes, seres que hoy están aquí pero han nacido parea dar un paso más allá. Ese “allá” está también dentro de nosotros en este momento. Es un después y es un ahora y es un antes, todo está en nuestro interior y el camino espiritual o de autoconocimiento es el acceso.

jueves, 21 de noviembre de 2013

LA CLAVE DE ESTOS TIEMPOS


                    

   Leo en Un curso de milagros: Nada de lo que me rodea me es ajeno. Recuerdo la frase que solía repetirme mi reflexólogo holístico: El afuera es el adentro expandido. Y ya sabemos la famosa aseveración de que somos creadores de nuestro mundo. “Como es arriba es abajo, como es adentro es afuera”. El otro, mi semejante me está mostrando lo que soy en un espejo a veces invertido. Como campo electromagnético que soy -y que todos somos- atraigo desde mi centro de gravedad por afinidad aquello que me rodea y, por una básica ley de correspondencia, lo que me rodea vibra en consonancia con lo que soy. El trabajo principal que se realizaba en Prashanti Nilayam en la India era justamente ese: ver de qué modo materializábamos el estado de nuestra mente. Sai Baba representaba nuestra conciencia superior y expresaba para cada uno de nosotros en su juego aquello que necesitábamos descubrir de nosotros para profundizarlo, de este modo Sai Baba era nuestro espejo y nuestra sombra. Por eso las materializaciones de objetos, anillos en su mayoría, tenían un sentido que respondía al proceso de aprendizaje de la persona que recibía el objeto o presenciaba la materialización. En otras palabras: aprender a mirarse en el espejo del mundo. Para mí esta correspondencia entre el adentro y el afuera es la clave de estos tiempos. Pareciera que las personas no supieran que su persona no termina en su cuerpo o en su campo áurico, desde la suciedad que hay en las grandes ciudades que es el entorno que construimos y habla de lo que somos hasta el enojo cotidiano. Yo diría que el enojo justamente es la expresión de este desconocimiento, de esta falta de responsabilidad que supone estar creando nuestro mundo circundante. Vamos  produciendo símbolos en el mundo mientras vivimos y hay señales que marcan el proceso de nuestra evolución. Sin embargo aunque ese afuera es parte de lo que somos no lo registramos como tal y entramos en lucha, el enojo es la expresión de esa lucha. El enojo tiene múltiples maneras de manifestarse y de mostrarse también de múltiples maneras. Enojo es fastidio, irritabilidad, falta de aceptación, odio, resentimiento, todo tiene su origen en el enojo. Y el enojo nace porque creemos que el afuera nos es ajeno. Y lo más curioso es que nosotros lo estamos construyendo. En estos últimos días  he escuchado a personas que se quejan de sus empleados, de sus amigos, de su familia, de la gente que anda por la calle como si en principio no hubiesen sido atraídos por una parte de su propia persona. Louise Hay afirma que somos responsables de la gente que atraemos a nuestra vida. Es  un rasgo de egocentrismo limitar lo que somos a una porción tan reducida a la palabra “yo”. Si nos separamos del entorno y nos diferenciamos de él vivimos en la dualidad, dejamos de integrarnos a un sistema mayor del cual formamos parte. Y así perdemos la perspectiva de las conexiones que nos permiten comprender cómo funciona el universo. Esa es la clave principal de estos tiempos, percibo como una suerte de ceguera y una lucha sorda en la gente que se queja del afuera una y otra vez y en casi todos los casos aquello que es cuestionado suele ser su rasgo fundamental de carácter. Aquello que critico es lo que más necesito modificar en mí  De un modo inevitable me surge la imagen de San Francisco de Asís que había comprendido esta premisa perfectamente, en la película sobre su vida dirigida por Liliana Cavani hay una escena estupenda en la que el personaje de Francisco descubre que pudo vencer el rechazo, que por fin ama todo, acepta todo como parte de una unidad que no tiene contradicciones en sí misma. Así como un sistema ecológico no puede prescindir de sus elementos sin perder su armonía, el universo también y nuestro sistema de vida personal, en absoluta consonancia con esa ley que todo lo rige.


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miércoles, 6 de noviembre de 2013

ESTRUCTURAS HORIZONTALES O VERTICALES


                    
                                       La pequeña torre de Babel de Peter Bruegel el viejo 1563     

Todo, ya sea un grupo humano,  familia, pareja o un conjunto de células necesita un modo de funcionamiento. Todo lo que nace, vive y se desarrolla en función del conjunto,  muere cuando es ineludible para que el sistema se renueve y así dar lugar a  la transformación y, por supuesto, pasa necesariamente por etapas en las que se mantiene constante. Lo contenedor o grande es la estructura,  su mínima expresión son los átomos. Los átomos,  tanto en los organismos vivos como en la materia, están en movimiento continuo, ese movimiento se acopla al movimiento de las estructuras que lo contienen. Esas estructuras necesitan de un sistema que es  la manera en que los elementos que la integran se relacionan en el movimiento.  Hay sistemas ligados al funcionamiento de la naturaleza, del universo, que siguen un patrón horizontal, vale decir en el que todos  sus componentes se interrelacionan armónicamente y cumplen su función. La horizontalidad en su forma de relacionarse les permite precisamente interactuar sin imponerse uno sobre otro, sin aplastarse digamos en términos metafóricos. Por otro lado hay un sistema de modalidad vertical que se rige por el predominio de un elemento  sobre los restantes  que determina las peculiaridades de  su comportamiento, los restantes se subordinan a este mandato. Hemos vivido en sociedades que pertenecen a este último  modelo de comportamiento, la perspectiva histórica nos permite reconocer la llamada era pisciana que se perfila ya en sus finales con sus guerras, enfrentamientos, colonialismos, países dependientes del poder omnímodo de los imperios de turno y  las comprensibles derivaciones de lo que eso trae aparejado. Este modelo político ha tenido  inevitablemente su correlato en los grupos humanos, como no podía ser de otra manera, por una simple ley de correspondencia. Así las familias, las organizaciones, las parejas y los distintos grupos humanos se alinearon a  este modo de funcionamiento a la que las feministas llamaron “patriarcal”. Las consecuencias de este funcionamiento las hemos visto en los  continuos desequilibrios y  en el sufrimiento humano.  Ante todo este sistema patriarcal de prevalencia de energía masculina contraría las leyes naturales, el de energía femenina, horizontal y los resultados están a la vista y se ha hablado ya mucho de ellos por las alteraciones en los ecosistemas, el clima etc. etc. etc. El problema es que aún, los humanos estamos viviendo los coletazos de un sistema patriarcal que hace agua por los cuatro costados y lo seguimos padeciendo aunque proclamemos estar encaminados en sendas espirituales o en la militancia del medio ambiente o en la profundización de terapias psicológicas modernas. Seguimos atrapados en el viejo modelo porque el cambio se produce en etapas, en ciclos y al parecer por ahora no se ha producido la posibilidad de que la conciencia colectiva dé un salto absoluto y lo comprenda todo. Así es que yo misma me he visto inmersa en grupos en los que la característica predominante ha sido el poder del coordinador que cobijándose en una supuesta regla disciplinaria intentaba controlar a los asistentes, restringirlos, achicar su aura, limitarlos en nombre de algo superior. Ese conocimiento superior sin duda existía, invocarlo nos involucraba a todos, el problema es que el sistema de funcionamiento grupal desdecía esos principios superiores porque la coordinación de ese grupo humano  se establecía  bajo las viejas pautas. Por ese motivo  el grupo se articulaba manteniendo  la relación exclusivamente entre cada uno de los integrantes y el polo de poder que estaba en la cúspide, el del coordinador.   Grupos regidos por este  tipo de sistema producen un fenómeno lamentable: inhiben la  vinculación entre sus miembros porque  esa es la característica propia del modelo patriarcal: funcionar  en relación con el vértice; basta observar el modelo militarista para comprenderlo. Así, abolida la relación horizontal,  los integrantes del grupo no se  perciben  entre sí, todo gira en torno a la decisión de la coordinación. En muy común en estos grupos que cuando un integrante se va,  cuando abandona el grupo, la angustia, natural y humana que  suele producirse en los que permanecen en el grupo sean negadas. No hay reconocimiento de las identidades particulares. En términos muy modernos se habla de comportamiento sectario, sin llegar a los extremos de las sectas religiosas más radicales,  sin embargo en grupos humanos religiosos o no se reproduce en menor grado el mismo comportamiento. El justificar cada una de las actitudes en nombre de un poder superior le permite al coordinador actuar de controlador y regidor de las conductas. Nadie puede estar en contra de la disciplina, pero la disciplina no es represión, reconocer la diferencia es la condición fundamental que permite diferenciar un grupo de estructura horizontal de uno vertical.  En un grupo de estructura horizontal existen las voces individuales. Cuando un coordinador exige silencio, habla todo el tiempo de sí mismo, pontifica las conductas de unos y repudia las de otros aunque sea encubiertamente, está dividiendo al grupo y ensalzando su figura, en tanto se presenta como depositario de un saber. Estos son típicos recursos empleados para sostener el sistema patriarcal. Y desde ya no está ausente la crítica que opera como anulador de uno de los polos, en vez de integrarlos  el resultado de esta crítica es el sometimiento.   La crítica suele estar dirigida generalmente a los que no pertenecen al grupo o los que lo abandonan,    mediante este recurso el mal  o el error se coloca afuera. Se impone la dualidad que encierra a los integrante en una suerte de cárcel o sistema cerrado. Es importante destacar que sin  el ingrediente básico de la crítica este modelo no se sostiene. Quien critica se ubica en el lugar de autoridad incuestionable. Claro que, por supuesto, una vez instalado el recurso de la crítica, esta se desplaza de uno a uno entre los integrantes y se convierte en un estilo de relación. El juicio de valor, la condena y la rivalidad entre compañeros se instala. La idea del mal y del bien perfectamente delineada, bipolar  apuntala el andamiaje verticalista. Entonces todo se basa en la mente, en las ideas y van desapareciendo poco a poco la solidaridad, las muestras de ternura y la competencia y la autoafirmación del ego individual como espejo del coordinador prevalecen. Recuerdo la educación de mi escuela primaria y hasta del catecismo  que respondía a este modelo que ha dado muestras no sólo de destruir al planeta, porque va en contra de toda lógica natural de funcionamiento sino que ha destruido familias, personas, emprendimientos, países. Por fortuna le queda poco tiempo al patriarcado, sin embargo debemos reconocer que en este tiempo maravilloso de grandes cambios aún estamos aprendiendo a despedirnos de él.
      No es casual que en este momento de desarticulación del modelo rígido de energía masculina se refloten los fundamentalismos en sus muchas variantes, es el manotazo de ahogado del sistema, sus coletazos  finales antes de darle cabida a un orden más armónico y respetuoso de la vida. Tengamos en cuenta que las personas somos víctimas de los modelos,   aunque desde ya podemos cambiarlos, decodificándolos,  simplemente tomando conciencia.  Es muy triste cuando estos modelos antiguos se perpetúan en nombre de la evolución de la conciencia o de un supuesto camino espiritual, cuando confiadamente formamos parte de estos grupos creyendo que avanzaremos en nuestro camino de conocimiento y lo único que hacemos es apuntalar  el modelo del viejo paradigma. Es muy doloroso descubrir que lo hemos estado sosteniendo en su agonía. Y de eso  también somos responsables.

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miércoles, 2 de octubre de 2013

REIKI


                                            

   De algún modo siento que el Reiki es un camino de regreso. De regreso a aquella forma de vida que involucraba otros planos integrándolos a nuestro quehacer cotidiano. El Reiki retoma corrientes chamánicas japonesas que se vinculan a las antiguas prácticas de las llamadas brujas medievales que en Occidente conocían los secretos para curar y restituir el equilibrio con yuyos, piedras, oraciones, símbolos, danzas, las que fueron quemadas en la hoguera por la Inquisición. La misma corriente chamánica de nuestros pueblos originarios aquí en América. Resulta interesante que el origen del Reiki se mezcle con la leyenda cuando ocurrió no hace mucho, ya que ni siquiera ocurrió hace más de  cien años  la mítica escena de Micao Usui en el monte Kurama donde  pasa sus gloriosos veintiún días y recibe los símbolos que son la base de esta práctica. Y precisamente porque contiene tanta caudal transformador que esto ocurrió y no porque  la señora Hawayo Takata haya querido ocultar, inventar o encubrir  puesto que todo nos ha llegado a través de ella que fue quien trajo el Reiki a Occidente en vísperas de la segunda guerra mundial.
   Es bastante significativo que ahora que el Reiki se ha extendido globalmente ayudando a muchas personas a descubrir la existencia de los planos sutiles operando en este mundo tridimensional, siendo ni más ni menos que la matriz de la materia del mismo modo que el cuerpo sutil humano es la matriz del cuerpo físico y por lo tanto es donde se forja primero lo que luego se manifestará materialmente, digo ahora que este saber se está extiendo en forma práctica ayudando a tanta gente a expandir su conciencia, surjan personas que lo cuestionen, que digan que está perimido, que hay otras prácticas más rápidas etc., etc., etc.  No todo lo rápido es mejor y el tiempo que ofrece el Reiki permite un estado de meditación compartida por quien canaliza y quien recibe. Me pregunto por qué una cosa tiene que anular la otra. Y enseguida me surge como respuesta que este es un mecanismo del viejo paradigma que por ser verticalista planteaba que era una cosa o la otra, no permitía la convivencia de lo diverso. El nuevo paradigma se apoya en la consigna opuesta: Es esto más esto más esto otro y no esto en vez de aquello otro. Al menos a mí en el caso del Reiki me ocurre que habiendo alcanzado también la maestría de Magnified Healing como la del Reiki, no excluyo al Reiki en mi práctica sino que empleo una u otra técnica según las circunstancias. Me da la impresión de que aún no hemos abandonado el viejo concepto de la guerra tan típico de la era pisciana. Siempre se trata de batallar, de imponer una cosa sobre otra, la guerra ha sido el sostén del viejo sistema, una guerra no sólo expresada en los campos de batalla concretos sino en la cotidianeidad de las relaciones humanas en el trabajo, en el hogar, en las conciencias. Me salta una frase del Curso de milagros: “Todo lo que no es paz es ego”. Detrás de la impugnación tajante, taxativa a una técnica está el ego que recorta, que limita, que enfrenta. La verdad siempre se encuentra en la experiencia. Y la experiencia a mí me ha indicado y me sigue indicando que con un Reiki bien hecho, al que le agregué gemoterapia, la persona que recibe la energía Reiki puede cortar lazos, tener una apertura espiritual, disolver sombras y canalizar información que el practicante de Reiki percibe en el mismo instante demostrando así que no existe separación, que todos somos uno. Estamos comenzando este siglo XXI que se caracteriza por abrir el canal que permite que lo diferente conviva con lo diferente para que la experiencia de unidad sea un hecho irrefutable. El Reiki es una herramienta estupenda que se enriquece día a día conectándonos con el pasado y el futuro al mismo tiempo de maneras insospechadas.


domingo, 5 de mayo de 2013

EL ANTIGUO MODELO DE VICTIMIZACIÓN Y CULPA


       


  Cuando hablo del modelo de victimización y culpa no me refiero a la clásica situación en la que una persona le dice a otra que le arruinó la vida o le hizo mal, al mejor estilo del tango ciudadano. Eso lo conocemos y es yo diría un paso más allá de algo que está más acá: Todo lo que nos ocurre es una extensión de nuestra interioridad, o lo que es lo mismo: el afuera es el adentro expandido. Escucho con frecuencia ciertas frases que tienen un dejo de lamento como “no me invitaron aquí o a allá” “Yo esperaba que los hechos fuesen diferentes” “¡Quién iba a decirme que yo tendría que vivir semejante situación espantosa!  y cosas así.  Sencillamente no nos estamos haciendo responsables de nuestra vida y de alguna manera nos victimizamos pero ya no frente a un otro de carne y hueso sino frente al Universo, las circunstancias, la vida o lo que fuere. Concebimos el suceder del mundo como el efecto de algo externo a nosotros y no como la manifestación de lo que somos. Del mismo modo en que los chinos afirman que nuestra casa en sentido arquitectónico es nuestra segunda piel, el mundo es nuestra extensión, la extensión de nuestros pensamientos. Podríamos decir en este sentido que el mundo es una pantalla donde se reflejan nuestras emociones. Si nos detenemos a mirarnos por dentro y dejamos un poco de manifestar deseos que es en realidad el movimiento opuesto a la auto indagación, notaremos que nada es fortuito que todo es causal, que se está produciendo continuamente una sincronicidad de la que somos autores. No sólo nadie nos hace nada que nosotros no hayamos propiciado antes con nuestros anhelos, ilusiones rotas, programaciones de vidas anteriores o fortalecimiento de un paradigma personal sino que estamos invitando a los demás seres y al Universo todo a que responda a esa configuración que parte de nosotros mismos como un centro de gravedad en el cual orbita el llamado mundo. Por eso no hay separación entre el mundo y nosotros, todo es continuidad, todo es relacional. Y entonces a qué o a quién le vamos a reclamar una conducta o una consecuencia diferente a la plasmada. Hasta las características del amigo que atraigo a mi vida es una parte de lo que yo soy, a veces por oposición extrema lo que está hablando de mi necesidad de equilibrar las polaridades, ni hablar de la pareja que es mi sombra en sentido junguiano.
    No es extraño que sigan apareciendo líderes negativos, carismáticos pero devoradores de la energía ajena que nos prometen salvaciones porque esto responde al mismo esquema del modelo de victimización y culpa que suele ir más allá y hacer responsables a nuestros padres. Nada de eso es verdad. Si el Universo tiene un propósito y un plan, nosotros también traemos un camino a transitar donde nuestros padres y las circunstancias son actores que nos permiten llevarlo a cabo. La idea del líder que viene a salvarnos es la contrapartida necesaria de  ese concepto de que algo o alguien nos perjudica fuera de nuestra voluntad y decisión personales. El poder está dentro de nosotros, dice Louise Hay, pero no en la forma de un modelo patriarcal que se impone al afuera porque adentro y afuera son, como bien sabemos, una continuidad. Esto ya está avalado por la ciencia desde la física cuántica. Cuando descubrimos hasta qué punto todo lo que nos ocurre en la vida es una materialización de nuestro ser interno, de la fuerza de nuestras creencias y pensamientos a lo mejor comenzamos a ser libres por primera vez.