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domingo, 16 de octubre de 2011

EL VALOR DEL TIEMPO


Leo en la Revista Ñ que un filósofo decide revisar la filosofía occidental desde el marco del pensamiento chino. Interesante eso de salirse de lo propio para desestructurar un pensamiento y ampliar la visión. Y dice por ahí algo parecido a: Se suele creer que no se puede entender el pensamiento chino pero indagando y dándole tiempo a la investigación es posible. Me gustó esa frase de darle tiempo a las cosas. Me pareció que el pensador se había empapado realmente de la visión oriental aportada por China. Porque el gran problema de nuestra cultura es que como nos la pasamos entablando luchas contra todo -porque esa es nuestra forma de relacionarnos- también la hemos entablado contra el tiempo. Y así la gente quiere apropiarse de todo y dice: no tengo tiempo. ¿Cómo no vamos a tener tiempo? El tiempo está, sólo que nos relacionamos equivocadamente con él. Yo personalmente he erradicado esta frase de mi vocabulario y digo por ejemplo: Quiero usar el tiempo para esto en vez de esto. Claro que a nadie le basta el tiempo en la actualidad, en parte por la resonancia Schumann que ha hecho que la vibración se acelere y según dicen vivamos 16 horas en vez de 24 por día y, en parte, porque nuestra ansiedad por llegar a algún lado no nos permite valorarlo verdaderamente. Podemos afirmar que la ansiedad es la enfermedad de nuestra época. Esa ansiedad se apoya en la idea de que para ser hay que hacer, de que la persona vale por las metas que alcanza, entonces por alcanzar una identidad se pierde el sentido de todo, cuando en realidad la identidad está en ser y no en hacer.
A la frase el tiempo es dinero, que en verdad nos gobierna de una u otra forma, los mayas proponían el tiempo es arte. Y lógicamente, si el sentido de mi vida es transformarme para alcanzar más sabiduría y por lo tanto más felicidad, el tiempo es el conjunto de aprendizajes que obtengo para llegar a ningún lugar, porque el conocimiento es un espacio que siempre da lugar a otro y a otro en forma circular, no lineal. No hay una meta fija. El tiempo no es algo que hay que usufructuar o algo que hay que derrotar para llegar a un sitio. Para poner un ejemplo de que en nuestra sociedad el tiempo es vivido como un contrincante al que hay que vencer basta con ver las cirugías estéticas. Estamos equivocados: El tiempo juega a favor del conocimiento si nos amigamos con él y se convierte en un adversario cuando nuestro único foco está puesto en una meta que aspira a ubicarnos por encima de todo. No hay encima de todo en el Universo, en el Universo sólo hay expansión y propósito. No hay dominación aunque temporariamente parezca que sí la hay cuando una estrella colapsa o un meteorito impacta contra un planeta, porque ese hecho da movimiento a otro que luego producirá otro que a su vez alimentará al que fue afectado en un principio. Así el tiempo mirado desde lo amplio no requiere de nuestro apuro. Si observamos una vida entera comprenderemos que luchar contra el tiempo o intentar apropiarse de él no ha tenido sentido. La vida entera se ve cuando ya ha transcurrido, en la figura del anciano. Y qué curioso, eso es lo que nos negamos a ver, la vejez es negada en nuestra cultura. Esta cultura del hacer nos ha metido en un vértigo en el que nos hemos perdido a nosotros mismos y esa confusión nos ha arrastrado, mirar a China o a Oriente es un primer paso para recuperar el sentido de cada cosa, buena idea la de este filósofo que es francés y que se llama François Jullien.

                                                                                 
                                                                           

Éste artículo se publicó originalmente el lunes 4 de mayo de 2009 en http://caminanteazul.blogspot.com/
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